Thursday, August 16, 2007

SIN NOMBRE

La tierra se queja ante la mano impiadosa del hombre y su ambición mezquina que no mide consecuencias.
Ella, está cerca de una iglesia, observó como los feligreses entraban como todos los días a una iglesia, querían estar cerca de Dios ignorando que en unos minutos serían recibidos por Él.
El asfalto muestras sus grietas como queriendo mostrar las mismas entrañas de la tierra.
Dos minutos antes del desastre por la alameda paseaban mujeres acompañadas por sus niños.
Llegaban a la capilla con un solo deseo, rezar para que de una vez terminaran los reclamos y comenzar un diálogo que favorecería a todos.
La naturaleza no sabe de la palabra de los hombres ambiciosos y muchas veces se hace notar de la manera más terrible, ruge con fuerza desde las profundidades, agita las aguas provocando miedo.
Debajo de los escombros solo queda indemne la cruz de la iglesia, se apagaron los gemidos, preludio de la cercanía de la muerte.
La vida me llevó a conocer un poeta que ama a su tierra limeña, muchas veces me arrancó una sonrisa cuando estaba triste, cuenta sus anécdotas como nadie, gracias a Él conocí unos pájaros que habitan en su tierra, me presentó a Maritza su novia de la juventud, impactaba su vestimenta.
Hoy es todo desolación, destrucción y sangre.
Querido José este cuento es para vos para cuando puedas leerlo, siento que estás pensando en nosotros, pero la tarea de ayudar te insume todo el tiempo.
Aquí estamos haciendo cadenas de oración, pensando que puede pasarnos a nosotros, estamos juntando granitos de arroz que en minutos serán toneladas de ayuda para paliar el dolor de los que sufren, de aquellos que en minutos quedaron desnudos, solo se vió el reflejo de las almas bondadosas.
Esto no es un cuento, es una expresión de deseos.
Tiendo mi mano esperando encontrar la calidez de la tuya.

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