Friday, August 31, 2007

ROSAS BLANCAS

Terminada la tiranía, el matrimonio regresa a la casa vieja, los años han pasado para este matrimonio, él elegante se apoya en un bastón, ella camina lentamente, como si sus pasos quisieran detener el tiempo.
Otra vez en el mismo lugar, todo está igual, las glicinas se abrazan a las columnas de la entrada como ellos lo hacían con todos sus hijos, el cuidador les da la bienvenida.
Conociendo los gustos de la señora renovó las flores de los canteros, cinco rosales blancos rodean la pequeña cascada que brota cantando apoyada en una pared, mira a su marido, cuando las dificultades los obligaron partir, no estaban.Los tres en silencio entran a la propiedad.
Juan se sienta en un sofá cercano a la chimenea, Elisa mira los portarretratos, desde las fotografías ellos les sonríen, las fotos fueron tomadas en tiempos de libertad y bonanza, todos sonreían, estaban juntos, en familia, hasta que el autoritarismo se llevó a dos de sus hijos, toma los retratos, suavemente recorre el vidrio, es como si acariciara los rostros de los hijos que ya no están, daría lo que le queda de vida por volver a ver la sonrisa de los más chicos, sabe que es imposible.
Almuerzan en silencio, a Juan le pesan los años y las ausencias, decide dormir un rato.
Elisa pese a su edad, desea llevarles flores a sus hijos a cualquier lugar, nunca supo el destino de ellos, pese a que siempre lucharon por encontrarlos .
Se entrevistaron con las autoridades, nadie les daba esperanzas, solo un hombre desconocido le pidió que orara por los jóvenes, allí presintió que ellos contra su voluntad, habían partido.
El sol con sus destellos dorados aviva el crecimiento de los rosales, el aroma es exquisito, en el momento que va a cortar los pimpollos de los rosales que recuerdan a sus hijos, una fuerza extraña la inmoviliza, los filos de la tijera que lleva en las manos ahora apuntan al cielo.
Los pétalos de las rosas increíblemente tienen manchas rojizas, como la sangre de sus hijos, la brisa le trae dos voces conocidas,es la voz de los chicos, no tiene dudas, susurros casi inaudibles le dicen: Mamá, no cortes las rosas, somos nosotros, ya hemos recibido bastante tortura.
Elisa se arrodilla, las lágrimas lentamente se posan en cada una de las rosas que recuerdan a los hijos desaparecidos.

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