Buenos días hijo querido.
Te saludo en una mañana calurosa de este tórrido mes de
enero.
Estamos bajo alerta amarilla debido, a las altas temperaturas, que tienen
continuidad.
Laura viajó con el pequeño Indra rumbo a Japón.
La primera foto que recibí, es la elegida para el contacto
de hoy.
Se trata de una pagoda, erigida a orillas de un lago,
bordeada de flores de la estación.
En el invierno los
cerezos continúan, no tantas como en el estío, siempre causando una bella
impresión.
Debería ser consagrada flor nacional del país.
Los emperadores, optaron por los crisantemos.
Son bonitos más elijo los árboles de cerezo.
La isla de Japón, ha sido tierra de los samuraí, guerreros
que defendían su espacio empuñando filosas espadas.
Seres entrenados para matar.
Los emperadores son compañeros de su pueblo al que ayudan en
forma constante.
Lejos de vestir atuendos lujosos de acuerdo a su rango,
visten ropa sencilla.
Sigue la tradición, de no poder mirarlos a los ojos, quienes
han tenido oportunidad de verlos caminando por el palacio, pueden confundirlos
con cualquier habitante de la isla.
Japón como el Ave Fénix, está acostumbrado a resurgir de las
cenizas, tal como en el año dos mil diez
y siete cuando gran parte del territorio, fue arrasado por el tsunami,
llevándose entre las aguas miles de vidas y dañando seriamente, la central
nuclear de Fukushima.
Fue reparada a nuevo, con el propósito de seguir brindando
servicios a la comunidad.
Muchos ingenieros, perdieron la vida en el intento.
Lejos de amedrentarse, todos colaboraron para la normalidad
del territorio.
En ambos lados de las Avenidas volvieron a plantar árboles
de cerezos, demostrando su temple después del horror.
Siempre son alabados por su manera de ser.
Participaron hace pocos años, en los juegos Olímpicos de la
Ciudad de Buenos Aires.
Fue la única delegación que antes de regresar a su país de
origen, sin necesidad de hacerlo, dejaron el alojamiento aseado y pulcro.
lo mismo hicieron en el hotel que los albergara durante el
campeonato mundial de fútbol, llevado a cabo en Qatar, donde nuestro país se
consagró Campeón Mundial.
La delegación japonesa es un espejo donde muchos deberían
reflejarse, incluyo a nuestros compatriotas.
Ayer hablé con tu hermano de la vida, en las primeras horas
de la mañana abandonaba Irlanda con
destino a Escocia.
Viajero constante no quiere revelar la sorpresa de su
próximo destino.
Te recuerda siempre con amor sincero.
Una de tus primas, está recorriendo el Noroeste de nuestro
país.
La otra partirá en unos días rumbo a la Costa Atlántica.
Por razones conocidas por ambos decidí no regresar a los
sitios visitados en tu compañía fueron tantos que no queda lugar para regresar.
Para hoy elegí una poesía de autor japonés, que deseo
compartirla con vos.
Por ello la dejo aquí con la ilusión que puedas acceder a
ella.
“LAS SENDAS DE OKU
Autor: Matsuo Bashô
No hablaron una palabra
el anfitrión, el huésped
y el blanco crisantemo.
Ah, este camino
que nadie recorre,
excepto el crepúsculo.
El camino de la muerte,
a pesar del sol de otoño,
¿quién querría emprenderlo?
La luna de la montaña
ilumina también
a los ladrones de flores.
¿Admirable,
aquel que no piensa: "la vida huye"
al ver el relámpago?
También esta cabaña de paja
en este mundo tornadizo
ha de transformarse en casa de muñecas.
¡Qué gloria!
Las hojas verdes, las hojas jóvenes,
bajo la luz del sol.
En la montaña de verano,
adoro las sandalias divinas;
viaje a la vista.
Quedó plantado
el arrozal
cuando me despedía del sauce.
De los cerezos en flor
al pino de dos troncos:
tres meses.
Pétalos de lirios
atarán mis pies:
los cordones de mis sandalias.
Bajo un mismo techo
durmieron, las
cortesanas,
la luna y el trébol.
Muévete, oh tumba,
muestra que me reconoces:
soy el viento de otoño.
Frescura de otoño.
Melón y berenjena
para cada huésped.
El sol brilla, brilla
sin compasión.
Pero el viento es de otoño.
Si he de morir
en el camino,
que sea entre los campos de trébol.
Desde hoy el rocío
borrará tu nombre
de mi sombrero.
Entre las olas:
acá, los pétalos,
allá, las conchas.
Al despedirme,
escribí algo en el abanico,
pero lo borré.”
Hermoso hijo te amo y extraño de manera inconmensurable.
Es muy difícil seguir, sin tenerte.
¿Cuándo aparecerás en
mis sueños?
Imperiosamente, necesito verte para entregarte, todos los
besos, abrazos y caricias guardados para vos.
¿Podrías ayudarme en el ascenso final?
De esa forma sería yo, quien los dejaría en las puertas de
tu hábitat.
Te necesito hijo querido.
No quiero estar más tiempo en suelo terrenal.
¿Podría tomar atajos?
Sí.
¿Por qué no tomo la decisión?
Prometí, jamás vulneraría tu memoria.
Preciso abandonar suelo terrenal.
Te elegí como guía para ese tramo de la vida.
¿Podrías ayudarme a llegar?
Entiendo es difícil para vos decidir.
Es lo mejor para los dos.
Hijo amado como en cada contacto, he de repetir mi pedido, por favor nunca
olvides cuanto te quiere,
Mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=VkcaIf1AL7g
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