Buenos días hijo querido.
Te saludo en una mañana calurosa.
Pensaba en el tiempo, no el que nos acompaña sino en el que
transcurre.
Encontré una imagen que decidí, utilizarla en este contacto.
Se trata de “La mirada del tiempo”.
No está solo sino acompañado por una brújula, imagino que
está junto a él para no perderse en su derrotero de tanta antigüedad.
Más una rosa que
acompaña su caminar, en ocasiones rápido y en otras lento.
Si tuviera que optar por un espacio en mi caso su pasar es
demasiado cansino, tanto que no le importan los obstáculos que coloca en el
sendero de terrenales y humanos.
Con vos fue una vorágine demasiado rápida.
En mi caso
exageradamente, cansino.
Sus arrebatos producen pérdidas irreparables o extiende como
en mi caso, lentamente el camino, de manera exasperante.
El autor de las imágenes
colocó en el reloj biológico un ojo muy bello, contrastando con las
fotos que se conocen de Cronos.
Un hombre de apariencia bondadosa, cabellos largos y una
raída túnica blanca, calzando las sandalias que utilizaban las deidades griegas
en la mitología.
Orgulloso no dejó a nadie para denominarla en la mitología
romana.
No goza de mi estima, por el contrario conoce lo rechazo por
habernos separado, pudiendo elegir partiéramos juntos.
Jamás comprenderé para que me dejó sola al llevarte de mi
lado.
¿Desconoce que son los hijos, quienes deben despedirnos a
nosotros los mayores?
Es autoritario a la
hora de indicar, quién se va o se queda.
Le he preguntado muchas veces, el porqué de sus decisiones
arbitrarias.
Jamás se dignó a responderé tan solo una.
Está convencido de su, supuesta autoridad sobre la duración
de la vida de los otros.
No pudo engañarme con su aspecto bondadoso.
Configura un delirio haberte llevado prematuramente, cuando
tenías el destino de vivir muchos años.
Nunca tuvo en cuenta el sentir de quienes quedamos en la
tierra.
Menos interrumpir y truncar los proyectos de un joven,
haciéndolos caer como un castillo de naipes, derribado con pensamientos
enigmáticos, no goza de la estima de los humanos que ha dejado en absoluta
soledad.
Con vos fue demasiado injusto.
Es, su propia
esencia.
El orgullo puede más que el razonamiento.
Seguramente no lo posee.
Nosotros para medirlo, necesitamos relojes.
Variedad de ellos para conocer en que horario estamos
exactamente. Indudablemente es un ente manipulador.
No merece ni una letra más.
¿Para qué?
Las letras del famoso autor francés que dejaré a
continuación lo describen mucho mejor que ésta mamá que te amará siempre.
Quiero compartirlas con vos, ser de luz incomparable, por
ello las dejo, aquí para compartirlas con vos.
“EL RELOJ
Autor:
Charles Baudelaire
Los chinos ven la hora en los ojos de los gatos. Cierto día,
un misionero que se paseaba por un arrabal de Nankin advirtió que se le había
olvidado el reloj, y le preguntó a un chiquillo qué hora era.
El chicuelo del Celeste Imperio vaciló al pronto; luego,
volviendo sobre sí, contestó: «Voy a decírselo.» Pocos instantes después
presentose de nuevo, trayendo un gatazo, y mirándole, como suele decirse, a lo
blanco de los ojos, afirmó, sin titubear: «Todavía no son las doce en punto.» Y
así era en verdad.
Yo, si me inclino hacia la hermosa felina, la bien nombrada,
que es a un tiempo mismo honor de su sexo, orgullo de mi corazón y perfume de
mi espíritu, ya sea de noche, ya de día, en luz o en sombra opaca, en el fondo
de sus ojos adorables veo siempre con claridad la hora, siempre la misma, una
hora vasta, solemne, grande como el espacio, sin división de minutos ni
segundos, una hora inmóvil que no está marcada en los relojes, y es, sin
embargo, leve como un suspiro, rápida como una ojeada.
Si algún importuno viniera a molestarme mientras la mirada
mía reposa en tan deliciosa esfera; si algún genio malo e intolerante, si algún
Demonio del contratiempo viniese a decirme: «¿Qué miras con tal cuidado? ¿Qué
buscas en los ojos de esa criatura? ¿Ves en ellos la hora, mortal pródigo y
holgazán?» Yo, sin vacilar, contestaría: «Sí; veo en ellos la hora. ¡Es la
Eternidad!»
¿Verdad, señora, que éste es un madrigal ciertamente
meritorio y tan enfático como vos misma? Por de contado, tanto placer tuve en
bordar esta galantería presuntuosa, que nada, en cambio, he de pediros.”
Tesoro de mis entrañas, ser luminoso acunado durante nueve
lunas y sus soles, preciso verte unos segundos.
¿Podrías venir a mis sueños?
No encuentro otra manera para entregarte cada uno de los
besos, abrazos y caricias que esperan por vos.
Quiero sepas cuanto te amo y extraño.
Sumergirme en la profundidad de tu bella mirada.
Conversar largamente sin utilizar, el don de la palabra.
Escuchar tu voz entonado las canciones de siempre, las que
más te gustaban, incluyendo los de tu cantante favorita a la que te acompañé a ver sus recitales.
Poco importaba la potencia de su voz.
A través tuyo, aprendí a mirarla con admiración.
Cuando estábamos internados, ella te envió un video
emocionante.
Estará en mi poder mientras siga donde no deseo estar.
¿Podrías venir a buscarme rápidamente?
Es muy difícil continuar viviendo sin tenerte.
Necesito conocer tu hábitat, dolo hay una manera de hacerlo.
Mientras espero continúo buscándote entre, las estrellas y
constelaciones del universo.
Son tantas que por ahora no te he halado.
Mi búsqueda no cesará.
Necesito abandonar suelo terreno.
Se ha convertido en un espacio hostil.
Mi lugar está junto a vos.
Como es habitual, he de reiterar mi pedido de siempre,
generado en el amor genuino que
sembraste en mi ser, por favor hijo hermoso, amigo fiel te pido nunca olvides
cuanto te quiere,
Mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=D9zIFsizgrU
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