Buenos días hijo querido.
Te saludo en una mañana, relativamente fresca.
Un respiro que nos otorga la temperatura.
Ayer fui a la Basílica
Nuestra Señora de Luján de la
localidad homónima, es la primera vez que regreso al sitio donde recibiste las
aguas bautismales.
Caminar, por los pasillos, logró pudiera oír los latidos de
mi corazón.
Sentada en un banco, como si se tratara de una película,
pasaron en mi mente los momentos felices de la ceremonia.
No había muchas personas. Circunstancia que permitió regresara
al pasado.
Ha cambiado bastante ese sitio,
Recorriendo el lateral izquierdo donde está ubicado el
órgano, comencé a escuchar sonidos celestiales, provenientes de aquel.
Reprimí el llanto, concentrándome, en esas notas
maravillosas que erizan la piel.
Algunos sacerdotes estaban en los confesionarios, esperando
a los fieles para tomarles confesión.
Continué mi camino por ese pasillo hasta llegar al altar.
Hermoso con sus manteles blancos con puntillas de hilo.
Hincada allí, solo pensaba en vos y en aquel día, donde
estabas en brazos de quien fuera tu madrina.
Extendías tus bracitos a mí, dado querías estar en mis
brazos, haciendo caso omiso a la ceremonia.
Estabas inquieto, tanto que el sacerdote sonrió.
Afortunadamente no lloraste en ningún momento.
Mostrabas tu simpatía a quienes quisieran verla.
Recordé el sacerdote de una capilla de Olivos se negó a
darme el pase.
Sostenía la teoría que tenías que recibir el bautismo allí, para luego ofrendarte a la
Virgen de Luján.
Cansada de escucharlo, opté por retirarme.
Al ver mi actitud, dijo no serías bautizado.
Giré sobre mis pasos para decirle que cuando tuviera el pase
se lo llevaría.
Tu abuelo materno conocido por todos lados, consiguió el
bautismo lo recibieras en la planta baja y no en el subsuelo donde se bautiza a
los niños de otras localidades.
Cuando pasamos por la secretaría a retirar el acta de
bautismo, pasamos por la capilla para
exhibirla al sacerdote que en su momento, me negara el pase.
No le dije padre como acostumbran las fieles, sino
“Señor aquí está, el acta de bautismo, de mi hijo”
Intento corregirme en el tratamiento que le había dado,
expresando:
_Hija ,e tienes que decir padre_
Con velocidad señalé,
“No soy su hija, mi padre está aquí.”
Tu abuelo se puso rojo, por mi contestación.
A la salida me retó un poquito, por el tratamiento, otorgado
al cura, solo dije quién era mi papá.
Como si entendieras la situación, estiraste los bracitos
para que fuera él, quien te mimara entre sus brazos y así mimarte como lo hacía
siempre.
Cuando llegamos a la celebración, conto a todos mis
andanzas.
Tu tío entre risas, dijo que había dicho la verdad y comenzó
a reírse, imaginando la situación.
Mi papá siempre fue tu abuelo, por lo tanto ningún cura
puede exigir, se lo trate de padre.
Siempre seré hija de tu abuelo materno y no soy hija de
curas desconocidos.
Regresé a mi refugio evocando los sonidos del órgano de la
Basílica.
Estuve allí largo rato recordándolos.
Para la fecha elegí letras de autor, aludiendo a los órganos
de las iglesias.
Como siempre deseo compartirlas con vos, por ello las dejo en nuestro cotidiano.
“En los ecos del órgano o en el rumor del viento
Autor;
Rosalía de Castro
En los ecos del órgano o en el rumor del viento,
En el fulgor de un astro o en la gota de lluvia,
Te adivinaba en todo y en todo te buscaba,
Sin encontrarte nunca.
Quizás después te ha hallado, te ha hallado y te ha perdido
Otra vez, de la vida en la batalla ruda,
Ya que sigue buscándote y te adivina en todo,
Sin encontrarte nunca.
Pero sabe que existes y no eres vano sueño,
Hermosura sin nombre, pero perfecta y única;
Por eso vive triste, porque te busca siempre,
Sin encontrarte nunca.
Yo no sé lo que busco eternamente
En la tierra, en el aire y en el cielo;
Yo no sé lo que busco, pero es algo
Que perdí no sé cuándo y que no encuentro,”
Te amo y extraño cada día un poco más.
Es imperiosa la necesidad que tengo de verte.
Tengo guardados besos, abrazos y caricias que son de tu
pertenencia.
Ven por ellos, así puedo ver cómo estás.
Es una tarea titánica, vivir sin tenerte.
Hijo de mi existencia, amigo fiel, ser luminoso, te pido
ayuda para partir.
Ansío verte, contarte de los sonidos celestiales, que me
llevaron a revivir el ayer.
Es un martirio seguir donde no se desea estar.
La tierra no es para mí.
Querido mío, como siempre, he de reiterar mi pedido, por
favor amigo fiel, nunca olvides cuanto te quiere Mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=g4bmt5kT3jI
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