Monday, October 08, 2007

EL CORSARIO SOLITARIO

En este mundo púrpura el guerrero está dormido.
Sueña con ilusiones de batallas ganadas en el desierto, tormentas de arena nublaban su visión, sin embargo seguía su derrotero.
Las carpas blancas se armaron en los confines del desierto, la arena perdió su color hasta transformarse en una nube blanca.
El caballo negro del corsario vigila el sueño de su dueño, apenas si bebió un poco de agua.
Él, en una cucheta descansa, en la casaca del uniforme brillan los galardones de epopeyas ganadas.
Sin embargo el caballero está solo.
Una petaca de licor acompaña la soledad de este hombre, quiere olvidar.
No puede, su corazón brinca como si estuviera en plena batalla, la espada tiene manchas de sangre fresca, mañana las mostrará como un trofeo.
Mujeres vestidas con burkas no dejan adivinar sus esbeltos cuerpos, apenas el tul que cubre los ojos muestra las sensaciones dormidas.
El desierto le muestra la soledad absoluta, decide huir en búsqueda de sus sueños.Por una vez dejará su uniforme.
De ahora en adelante solo vestirá un pantalón y camisa blanca, ocultará sus cabellos rubios debajo de un turbante.
Monta su caballo negro, no tiene destino, todo es incierto.
Encuentra un oasis, allí lava los vestigios de sangre adheridos al filo de la espada.
Una tormenta de arena lo sorprende en la huída, la figura del Buda roto le indica que debe seguir el designio de la vida.
El caballo se funde con su cuerpo hasta parecerse a un Minotauro, su corazón cabalga, falta poco para llegar a la frontera, el enemigo se aleja, solo en su carrera, piensa en cristalizar un sueño, la libertad.
Los lugareños le ofrecen ayuda, no quiere perder tiempo, la rechaza amablemente.
En las primeras planas de los diarios aparece la noticia, un guerrero a muerto, la lucha seguirá hasta encontrar la paz que abrigue a cada pueblo.

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