Monday, October 22, 2007

SUÁREZ

El director de un famoso matutino llama a reunión urgente a sus empleados.
Mientras se acerca la hora por la ventana ve los diques de Puerto Madero, el puente de la mujer hoy está transitado, ayer era un desborde de flores de todos los colores y fragancias inimaginables, mujeres cargando a sus bebés en brazos, otras para conservar la silueta y seguir siendo admiradas empujan los carritos de los niños más grandecitos al trote.
En los cochecitos hay botellas de agua mineral para hidratarse después de la carrera.
Enciende un habano, el humo frágil sale por la ventana formando diferentes siluetas.
Un trabajador está cortando el césped, otro riega las petunias recién florecidas, más allá otro hombre vestido de verde junta en una bolsa los celofanes de las rosas que ellas han dejado al descuido cerca de los bancos de una plaza.
Papeles de chupetines y caramelos rebalsan los cestos verdes donde se arrojan los desechos.
Observa la mesa, en carpetas con el logo del periódico están las instrucciones que dará a sus empleados.
Consulta el reloj, Suárez aparece en escena, trae consigo un carrito lleno de papeles, el jefe se toma de la barbilla no entiende qué hace este hombre, es su empleado más fiel, sabe que con él puede contar siempre, es discreto, siempre enfundando en un traje gris a rayas, esboza una sonrisa al reparar en la corbata, a tono con la vestimenta no entiende como ese hombre tan serio puede llevar en la corbata cientos de vasitos pequeños que culminan en espuma blanca.
Finalizada la reunión, despide a los empleados, le pide a Suárez que se quede un momento, allí comienza un monólogo interminable,Suárez saca del bolsillo de su saco un pañuelo, pequeñas gotas aparecen en la frente del trabajador.
Este pequeño hombrecito lleva años en la empresa, le faltan solo dos años para jubilarse, así disfrutará de la vida, lejos del encierro que presupone estar alejado de ellos.
Sueña con llevar a pasear a su mujer, ésta siempre se lo reclama, apenas si vio cuando sus hijos cuando comenzaron a dar los primeros pasos.
Siempre estuvo pendiente del periódico, eso motivó que lo designaran en un sector especial, hace más de dos años está a cargo de un foro de cuentos.
Aceptó la tarea, ello le permitiría comprar un auto en cuotas, los domingos los dedicaba a su familia.
La tortura llegaba los días jueves, era el día indicado para dar la consigna a esos seres anónimos que escribían sobre cualquier tema.
El dueño del diario le había pedido que no fuera flexible, que buscara títulos para parar la creatividad de los cuentistas, las máquina del diario trabajaban las veinticuatro horas del día.
Al ver el gesto de Suárez su jefe esbozó una sonrisa, le dio una palmada en la espalda diciéndole que contaría con su apoyo, había que reducir espacios, de esa manera los poetas se sentirían desalentados.
El director lo tranquilizó, comunicándole que eso sería pura espuma.
Suárez se sentía mal, se acercó a la ventana, aflojó el nudo de la corbata, por primera vez sintió que su puesto peligraba.
Llamó a su mujer solicitándole ayuda, ella le dijo “Viejo no te preocupes”, la única manera de frenar a los escritores es buscar consignas difíciles.
El remedio fue peor que la enfermedad, Suárez fue desplazado de su puesto, le asignaron un lugar en tipografía.
Celoso acomodó todos los títulos que daban vida a centenares de cuentos.
El nuevo jefe del sector tampoco pudo con los poetas, allí se dio cuenta que por más consignas raras que pusiera, todo sería pura espuma.
Esos seres anónimos no dejarían de escribir nunca para deleite de los lectores.
Suárez se jubiló, pasea en un viejo auto a sus nietos, Smith estrenó su cargo, en su escritorio descansan los títulos de las próximas consignas.
Es mediodía acompaña el almuerzo con un vaso de cerveza, pura espuma rebasa el balón de la bebida fresca.
Smith sonríe satisfecho, sin saber que para la próxima ,otra vez surgirá una catarata de cuentos.

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