Friday, October 26, 2007

EL DIARIO DE UN PERIODISTA SINGULAR

La jubilación para Gustavo no significa alegría, lentamente en su mochila va guardando sus pertenencias, hoy debe abandonar el diario que lo cobijó durante más de treinta años.
Toda una vida, recuerda que durante la guerra de Vietnam, nació su primer hijo, al que conocería meses después dada su actividad y la inestabilidad mundial.
Amaba su trabajo, lo había soñado aún cuando vestía pantalones cortos.
Con su información fue posible desarticular varios levantamientos.
Durante su vida conoció a muchos personajes que habitaban la tierra, supo reunirse con reyes, adentrarse por los caminos ornamentados de un palacio, bellas doncellas acudían prestamente al llamado de los monarcas, desde su lugar sentía la fragancia de sales y aceites exóticos que dejaban su marca en esos cuerpos perfectos.
Escuchó conversaciones que hablaban de estrategias para adueñarse de las riquezas ajenas.
Cansado de tanta abundancia a costa de muertes ajenas, en el verano asiático decidió partir, debía llevar información para desbaratar una contienda injusta.
El desorden reinaba por todas partes, los vuelos se suspendían o demoraban, no pudo llegar a tiempo para evitar la masacre, un hombre solo no puede, por más información que posea, desbaratar planes siniestros.
Se alojó en el séptimo piso de un hotel casi destruído, tenía varios compañeros de otras agencias internacionales, faltaba energía eléctrica, las noches eran insoportables, los bombardeos sucedían hasta que el amanecer brillaba entre el humo de la pólvora.
Una mañana decidió caminar por el territorio casi desierto, el paisaje era una ciudad de fantasmas, casas derribadas, escombros por todas partes, en ese instante escuchó gemidos, al principio los confundió con los de un animal herido, al acercarse vio a una mujer en la más absoluta soledad, el vientre abultado indicaba que traería vida a la vida, ayudó a que naciera el niño, tal vez en unos años ese bebé sería símbolo de paz duradera.
Hoy Gustavo, está alejado de los campos de batallas, llora por tantas vidas perdidas, acomoda el último CD en su mochila, se despide de los compañeros con un abrazo.
En la calidez de su casa lo rodean los nietos, piden le cuenten historias de guerreros, hasta los niños saben de las vidas desparramadas en algún lugar del planeta.
Enciende un habano el humo le trae recuerdos dolorosos, los mismos que plasmará en un libro, se llamará “Diarios de guerra”, sus tapas serán de fino cuero rojo, homenaje a los que cayeron en las contiendas injustas.
El dueño de la editorial le aconseja acompañar la edición con un dibujo, la silueta de la paloma de la paz, dirá mucho más que un título.

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