Buenos días hijo querido.
Deseo compartirte un sueño bonito.
Estaba alojada en un hotel frente al mar, la habitación poseía un balcón terraza con una pequeña mesa y dos sillas.
Solicité al personal del hotel, subieran mis desayunos y comidas a ese pequeño pero bello espacio, rodeado de canteros con flores.
La privacidad entre las habitaciones con vista al océano, estaba protegida por paneles de acrílico opaco con diseños marinos.
Al registrarme, el conserje me preguntó si esperaba otra persona pues había solicitado dos cuartos.
Asentí con la cabeza, agregando que mi hijo llegaría después de un largo viaje con la intención de acompañarme algunos días.
Siempre preparaban la mesa para dos, dado que no sabían cuando arribarías.
Esa era una utopía que pensaba cristalizar sabiendo que era un imposible.
Jamás asimilaré nunca más vendrás.
Las gaviotas me miraban desde su hábitat.
Continuamente sobrevolaban las aguas, seguían a las embarcaciones conociendo que los turistas arrojarían miguitas depan o galletitas al mar.
Para ellas era el mejor premio.
Posadas en el espejo de agua conseguían su propio alimento, pequeños peces, para luego emprender vuelo en libertad.
Un atardecer fui sorprendida por el aleteo cercano.
Parecía, habían establecido una conversación en el piso superior, deshabitado.
Observaban como consultaba el reloj esperándote.
Estaba triste.
No tenía sentido seguir alojada en un espacio desconocido, a sabiendas que no llegarías nunca.
Al día siguiente avisé por el intercomunicador tuvieran preparado los gastos pues estabas esperando por mí, en otra ciudad.
Armé el equipaje sin ganas.
Apoyadas en los canteros de la terraza balcón, las gaviotas no perdían detalle de mis movimientos.
El conserje bajo mi maleta.
Mientras abonaba la estadía preguntaron si deseaba un auto pasara a buscarme.
Contesté que del traslado a la supuesta ciudad te ocuparías vos.
Nunca he compartido mi dolor con personas extrañas.
Aguardé en el salón del hotel.
Cuando estacionó un auto con vidrios polarizados, perteneciente a una flota de remís, lo abordé.
El chofer preguntó el destino, respondí, el aeropuerto.
El vuelo de las gaviotas nos acompañó un tramo del camino.
El desasosiego logró regresaran al mar.
El sonido del portero eléctrico me despertó a las tres de la madrugada.
No esperaba a nadie por lo tanto intenté conciliar el sueño.
No pude.
Las imágenes eran tan vívidas que en un instante comencé a llorar.
Tenía plena conciencia que el estado onírico se había desarrollado a través de las ganas de darte un beso.
El subconsciente, se ocupó del resto del paisaje.
No puedo frenar el impulso indescriptible de soñarte cada noche.
Una entelequia es derribar para siempre las fronteras de la eternidad.
Un anhelo, esperar que al divisarme si no tenés impedimento vengas por mí y asirnos de la mano para caminar juntos por el universo.
Ansío creer existe esa posibilidad.
Tu ausencia agudiza el dolor de la soledad.
Nadie comprende la intención de desaparecer prontamente de suelo terreno.
Tampoco llegan a entender por qué sistemáticamente, obtienen mi negativa cuando se refieren a la publicación de un libro.
Ese era un deseo a cumplir estando juntos.
Sobra material para hacerlo, sin vos no puedo.
No podría traicionar tus deseos de vermis letras en un texto.
La directora de una institución médica con quien converso de manera frecuente, me decía que no te sentirías traicionado por quien escribe en caso de acceder a una publicación.
No hubo manera de convencerla.
No es lo mismo dedicar un libro o varios a un hijo muerto que disfrutarlo los dos.
Sé te hubieras convertido en el mejor jefe de prensa.
Solo puede comprender mi actitud una mamá que haya pasado por circunstancias similares.
La idea original era hacerlo juntos.
No estás, mis letras, parte de ellas estarán en este blog de cuentos.
Mis comienzos en las letras se dieron mucho antes de tener esta página.
No requiero eterno entendimiento eterno.
Recuerden que al levantarse cada día, tienen a quien saludar.
Me falta mi hijo.
Los derroteros fijados que no pude cumplimentar a su lado pasarán a integrar los recuerdos.
No es un capricho.
Los sentimientos cambian cuando se producen ausencias.
Un hijo muerto es irremplazable.
Nada logrará cambie de opinión.
En esta instancia de mi vida no puedo ceder a la insistencia de nadie.
Agradezco valoren mi trabajo.
Falta el motor de mi realidad.
Sin él, la vida carece de sentido.
Otro proyecto compartido que la muerte truncó.
Tengo fortaleza en mis convicciones.
Solo espero vengan por mí.
Estoy lista para emprender el ascenso.
Te amo hijito por ello te pido nunca olvides cuanto te quiere mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=OCdByTn0wq8
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