Querido hijo:
Jamás pensé algún día debería comunicarme con vos de manera
epistolar.
Hoy es un día difícil.
Se cumplen ochenta meses de ti partida y n puedo hallar el
consuelo para mitigar tu ausencia amada.
Tal vez esta noche tenga la posibilidad de soñarte como
espero desde hace tanto tiempo.
La necesidad de darte un beso es prioridad en esta silente
soledad.
Te recuerdo con amor incondicional.
Muchas veces te he llamado pensando entrabas a mi refugio.
Alucinaciones de una mamá que clama por el hijo que no sabe
en qué parte del universo se encuentra.
En estos casi siete años te busco entre estrellas y
constelaciones, sin lograr visualízate.
Sedienta de abrazos y caricias seguiré buscándote en la
mirada del universo o en las sombras de la luna cuando se deja ver.
Es preciso recrear el pasado, para poder continuar rodeada
de ambigüedades que no concitan mi atención, fija en tu imagen añorada, hasta
que llegue mi momento de partir sin saber si sucederá.
Suelo sumergirme en el mundo de las palabras, con el
propósito de encontrar nuevas para demostrarte mi amor inconmensurable.
Contarte los sucesos de cada día y así
aparezcan pequeñas pinceladas de paz.
A diario comienzo mi ritual de observar tus fotos guardadas
en la computadora.
Ahora también, las llevo en el celular y te has convertido
en el fondo de pantalla de aquel.
No es suficiente, te necesito a vos físicamente para iniciar
caminatas nuevas, asidos de la mano, por
nuevos senderos que nos traigan el disfrute de estar juntos otra vez.
A veces creo encontrarte
cuando miro a hijos de tu edad caminando junto a sus madres, orgullosos
de poder compartir.
Debo haber cometido graves errores, para recibir la
sentencia trágica de tu ausencia.
Recorro mi vida para hallar alguno que te haya afectado
tanto como para que la muerte te alejara de mí.
Continuo, sin poder encontrar las respuestas satisfactorias
que me lleven a determinar:
¿Por qué pasó?
Siento he sido desollada en vida, tal cual hacían los
combatientes victoriosos de una guerra. Quitándoles la piel al enemigo.
El dolor los llevaba a morir.
En mi caso los arbitrios del destino dejaron camine por la
existencia sin piel.
Así siento la ausencia del ser más hermoso que acune en mis
entrañas, durante nueve lunas y sus soles.
Incomprensible, sea exigida para continuar en este espacio
donde no estás.
Incapaz de disfrazar las palabras, las escribo tal cual son,
con la intención, no de mortificarte sino que sepas el porqué de mi llanto
espasmódico.
Siempre te he contado todo y ese capítulo oscuro de mi
existencia es parte de aquel.
En la fecha no dejaré poesías o frases de grandes autores.
En esta carta sos el protagonista principal.
En consecuencia decidí la comunicación sea entre hijo y
mamá.
No encuentro otro modo de hacerte llegar mi amor
incondicional.
Solo el destino sabe si alguna vez volveremos a reencontrarnos.
Enigmas que nadie aclara en este terreno hostil.
Ruego alguna noche recibir tu visita en estado onírico para
apaciguar este dolor incomprensible como tu partida precoz.
Para concluir, quiero como en los otros enlaces pedirte por
favor, nunca olvides cuanto te quiere, mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=wHm83xCrwSU
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