Saturday, April 02, 2022

MONASTERIO SIN FLORRES


Buenos días mi tesoro.

Te saludo en otra mañana fría donde el sol brilla tímidamente  debido a celajes blancos que se deslizan sobre la esfera celeste.

Ello me lleva a recordar una visita que realizamos hace tiempo a la Provincia de Córdoba.

Era el último día de nuestra estadía por lo tanto la excursión solo ocupo las primeras horas de la mañana.

Recuerdo en primera instancia comunicamos al guía turístico caminaríamos por los alrededores del hotel, ya que a la tarde abordaríamos el pájaro de alas plateadas para regresar  a nuestro destino.

Cuando comenzó al comentarnos del paisaje que observaríamos era imperdible, sobre todo para,  los aficionados a la fotografía como nosotros.

El tiempo era suficiente, las maletas estaban preparadas desde la noche anterior, por lo tanto accedimos a la excursión. En medio de las montañas, luego de atravesar el campo extenso, ascendiendo una escalera, se recortaba la figura de u monasterio de piedra que había funcionado en el espacio.

Para llegar al interior era necesario subir una serpenteante escalera de piedras, las mismas que se utilizaron para la construcción del monasterio de jesuitas, hoy convertido en restó.

Visitar las celdas donde se alojaban los monjes producía escalofríos.

Claustros con rejas como si se tratara de una cárcel. Poco equipados.

Solo contaban con una cama de hierro y los objetos necesarios para la higiene personal.

Una galería lejos de las habitaciones era el camino obligado para llegar a las aulas donde luego de varios años se recibirían.

El comedor donde almorzaban tenía un aspecto solitario y silente.

Largas mesas de madera con bancos largos de idéntico material.

Algunos frescos sobre las paredes daban cuenta que se trataba de un espacio dedicado al estudio. Según el relato del guía, los aspirantes a sacerdotes retiraban la comida de la cocina del lugar.

Contó se levantaban al alba, para trabajar en el campo que circundaba el monasterio.

En lo alto de la construcción estaba el campanario. Conservando una antigua campana de hierro para convocarlos a las distintas actividades.

Los canteros de los laterales de la escalera solo tenían plantas de hojas verdes.

Un monasterio sin flores.

Luego del recorrido, un aspirante a sacerdote subió al campanario para hacer saber a quienes lo visitábamos, era la hora del almuerzo.

Un hombre poderoso lo había comprado a la congregación, prometiendo conservarlo tal cual estaba, exceptuando el comedor que fuera levemente transformado.Fué,  la primera vez que escuchábamos el tañido de la vieja campana negra.

El sonido estremecía el alma.

No estábamos contentos cuando oímos el tañer de la vieja campana, avisando había llegado la hora del almuerzo.

Los pocos comensales conversaban en voz baja.

No vi a nadie esbozar una sonrisa.

Tus gestos  hacían notar estabas, tan incómodo como yo.

Saludando con una inclinación de cabeza nos retiramos del lugar.

El guía salió, detrás nuestro.

No formulamos reclamos de ninguna especie, ni expresamos el lugar era tétrico.

Nos pidió esperáramos dos horas que era el tiempo para regresar al hotel.

Cruzamos el campo extenso.

Tu magnifico sentido de orientación nos llevó a l pueblo.

Conseguimos un auto de alquiler que nos dejó en la puerta del hotel.

Sin que le preguntáramos nada el chofer comenzó a conversar de las torturas a las que eran sometidos los aspirantes a sacerdotes.

No contestamos nada, solo pedimos llegar a destino pues debíamos emprender otro viaje hacia el aeropuerto.

Gentilmente dijimos al unísono teníamos contratado a uno de los choferes del hotel.

No queríamos escuchar nada más que hiciera referencia al monasterio sin flores  donde  hubo tormentos.

Hoy que ha pasado tanto tiempo no dejo  de reprocharme esa visita siniestra y por ello te pido disculpas.

Encontré un poema referente al tema de este contacto.

 

“El monasterio

Autor: Julio Herrera Reissig

A una menesterosa disciplina sujeto,

 

él no es nadie, él no luce, él no vive, él no medra.

 

Descalzo en dura arcilla, con el sayal escueto,

 

la cintura humillada por borlones de hiedra...

 

Abatido en sus muros de rigor y respeto,

 

ni el alud, ni la peste, sólo el diablo le arredra;

 

y como un perro huraño, él muerde su secreto

 

debajo su capucha centenaria de piedra.

 

Entre sus claustros húmedos, se inmola día y noche

por ese mundo ingrato que le asesta un reproche...

 

Inmóvil ermitaño sin gesto y sin palabras,

en su cabeza anidan cuervos y golondrinas;

 

le arrancan el cabello de musgo algunas cabras

y misericordiosas le cubren las glicinas.”

 

Hijo querido, preciso aparezcas en mis sueños, el deseo de darte un beso es irrefrenable.

Sabés te amo inmensamente.

Te extraño un poco más cada  día.

Quiero estar a tu lado eternamente.

Dedicarme a cuidarte.

Demostrarte el amor que te tengo, no entiendo por qué no me dejaron hacerlo, durante estos casi siete años.

Te amo hijo querido, por ello en estos enlaces siempre he de pedirte por favor, nunca olvides cuanto te quiere, mamá.

 

 

 

 

https://www.youtube.com/watch?v=2rbRS8KVgDw

 


 

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