Buenos días sol de mi existencia.
Te saludo en una mañana primaveral.
Ningún celaje opaca los dorados destellos del sol.
Esta madrugada me desperté con el ulular de las sirenas de
los bomberos, quienes rápidamente acudieron a la convocatoria de unos jóvenes
que pasaban por la propiedad.
Afortunadamente los servidores públicos, pudieron
extinguirlo.
Los moradores de esa vivienda están de viaje por el fin de
semana largo.
La empresa de alarmas, los contactó y están emprendiendo el
regreso.
Poseo terror al fuego, por suerte no se expandió.
Cuando suceden estos episodios recuerdo al dios griego
Hefesto quien en la mitología romana, está representado por Vulcano.
Hefesto, era una
deidad apreciada por los herreros y los trabajadores de la industria
metalúrgica.
Hijo de Hera, quien al ver la fealdad del niño lo arrojó
desde las alturas del Olimpo.
Fue rescatado de ese infierno por campesinos que lo criaron
hasta que contrajo enlace con la mujer más bella de la Edad de Bronce.
Se casaron en secreto.
Las hermanas de la mujer la visitaban con frecuencia para
coincidir con la llegada del hombre que había robado el corazón.
Nunca supieron quién
era su cuñado.
Hefesto, trabaja en
la fragua, subterránea de un volcán.
Fabricaba armas para supuestas guerras, y objetos de
herrería.
Afrodita estaba enamorada de su esposo a quien solicitaba se
dedicara a las tareas de agricultura.
Un lugar menos tóxico
desarrollado al aire libre.
El hombre se negó.
Para desplazase utilizaba un bastón pues el accidente
provocado por su madre, produjo en él, una leve cojera.
Poco importaba su aspecto, sobresalía el inteior que había
crecido lejos de su madre biológica.
El uso constante de arsénico y bronce para trabajar los
metales, produjo cáncer de piel conocido como,
arsenicosis.
Su amante esposa pidió a Zeus le consiguiera un trabajo en
el campo para sacarlo del interior del volcán que estaba contaminando su salud.
Ella no otorgaba ningún valor a vivir en un palacio.
Quería estar con su cónyuge, lejos de la curiosidad de los
habitantes del Olimpo y sus hermanas que deseaban saber quién era el cuñado del
que nunca supieron su nombre.
¿Cómo puede una madre no amar a su hijo, al punto de
arrojarlo desde las alturas con la intención de provocar su muerte?
¿Nadie enseñó a Hera, la belleza física es secundaria cuando
el interior, de la persona indica lo contrario?
Personalmente, tengo terror al fuego.
Alguna vez he visto el sufrimiento de una persona quien tenía una superficie de su cuerpo
quemada.
Extensa fue la agonía hasta que partió.
Hoy elegí letras, relacionadas con el fuego.
“CANTA EL ESPÍRITU DEL FUEGO
Autor: Makoto Ooka
Surjo de pronto
entre dos cosas enfrentadas, frotadas
rápidamente y con violencia.
Dicen de mí que ardo.
Me llaman fée
o feu
o fuego,
me llaman llama.
Toman mi nombre
y llaman fée a sus espíritus.
Soy pura consunción.
Voy en tumulto de las cosas
a las moléculas de la atmósfera:
¡Ah, sí: encaminarse a la extinción!
¡Qué alivio saber que naceré de nuevo!
En mí se encarna la revolución.
Estoy del todo madura en el momento
del nacimiento.
Soy ya un rincón de calor peligroso
en el momento
del nacimiento.
No sólo eso:
Me pierdo a cada instante,
y no hay imagen mía
que pueda en un momento
atraparme del todo.
Como la gente misma es ilusión
no ve de mí más que una ilusión.
Soy la misma embriaguez transparente.
Me caso con la mujer llamada oxígeno
y cantando una canción de amor eterno
al instante me esfumo en el aire delgado.
Soy el fuego.
Soy el espíritu.”
Cada vez que refiero al dios del fuego, los sentimientos son
de piedad y pena.
Te extraño hijo bonito, te amo cada día un poco más.
La necesidad imperiosa de darte un beso se renueva a cada
segundo de esta existencia que no deseo tener.
Me hacés falta.
Preciso demostrártelo
en su real dimensión cuando me dejen libre del peor cautiverio, jamás
elegido por mí.
Tengo demasiado para contarte.
La realidad coincide con las palabras que pronunciaste un
mes antes del final.
Todo se ha dado según tu sagacidad y visión premonitoria.
¿Cómo sabias de los
días que debería transcurrir?
Impensado fueras tan sabio si lo relaciono con la realidad
que produce dolor en las hilachas que se ha convertido mi alma.
¿Por qué tu negativa
a presta ayuda para llegar a vos?
Anhelo saber dónde y cómo estás.
Reitero no es suficiente la
rutina diaria de ver tus fotos.
Añoro tu presencia en mis sueños.
Es vital escuchar tu voz como antes.
Temo no puedas reconocerme. Busco respuestas a mis
disquisiciones.
No he podido hallarlas en los tratados de neurociencias o
teología.
¿Por qué?
Fue grande el impacto cuando leí a un reconocido teólogo
quien afirma todos los misterios, tendrán resolución exceptuando la muerte.
¿Por qué?
Te amo tesoro de mi existencia.
Es difícil continuar sin vos.
No es mi deseo seguir.
Otra vez, he de pedirte por favor, nunca olvides, cuanto te
quiere, mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=0V8FLjkpd00
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