Buenos días hijo querido.
Te saludo en una mañana desapacible.
Ayer estuve pasando fotos
desde un álbum a un archivo de la computadora.
Entre ellas encontré la imagen que antecede a esta conexión,
con el objetivo la tengas en tus recuerdos.
Corresponde a un camino marítimo de la costa de la República
Oriental del Uruguay, en la ciudad de Maldonado, donde primero visitamos la
casa museo de Carlos Páez Vilaró, donde
se conservan las obras de arte del artista.
Nos impresionó que a simple vista, es una mansión como
cualquiera de las otras que se encuentran edificadas sobre la costa.
Desde la entrada no es posible observar los fondos de la
construcción, no se nota la misma está construida sobre acantilados de gran
altura.
La vista es única desde ese sitio.
Los acantilados son de una altura considerable.
El bosque verde intenso contrasta con el color de la mole de
piedra, desde donde se puede mirar el mar azul.
En su constante ir y venir las olas van desgastando las
rocas, cuando la marea está baja, se advierten
las rocas desprendidas de las
desprendidas de las paredes de los acantilados, sepultadas en la arena.
Un enclave que no pasa inadvertido por los turistas, hasta
que se llega al fondo de la construcción.
En los cuadros del artista ese panorama está plasmado en
algunas telas, impresionantes por su belleza tan particular.
Debo reconocer ese sitio produce sentimientos contradictorios,
en los que padecemos vértigo y la
hermosura de un sitio solitario, dado que las viviendas se han construido en la
mano contraria al mar.
Allí comprendí, la altura de las rejas que están en uno de
los bordes de los peldaños de la escalera, por la que se puede acceder a la
playa no apta para nadar, como te hubiese gustado por la profundidad que ahí
tiene el territorio de Poseidón.
Eolo muchas veces agita el espejo de agua, produciendo olas
de gran altura.
Pocas veces te vi disfrutar tanto de un paisaje que si bien
es maravilloso, produce temor.
El guía desciende junto a los que se animar y con los
aterrorizados como yo.
La protección de altura considerable está para desalentar a
quienes, intentaran arrojarse al mar.
Afortunadamente, la guardia
costera pasa con asiduidad, evitando, episodios dramáticos. Por suerte
en el grupo no había ningún espíritu suicida que intentara entrar al espejo de
agua desde semejante altitud.
Para encontrar calma conté los escalones, ello ayudó a
morigerar los efectos del vértigo.
De todo el paseo seleccioné el interior de la propiedad,
poblado de cuadros, esculturas y un stand donde se pueden adquirir artesanías
que están en un local en las afueras de la propiedad.
Chiquito no tengo vergüenza al reconocer mi temor exagerado
a las alturas.
Según tu simpática manera de pensar, decías: “Mami se sube a
un banquito y se tira antes de caerse.”
Es cierto prefiero tierra firme donde sé, si caigo no pasará más que un hematoma.
Tu espíritu aguerrido propiciaba ascendieras a los espacios
más altos que pudieras encontrar.
Cientos de anécdotas evocadas con una sonrisa.
Para hoy encontré letras de un gran autor mencionado los
acantilados, la dejo aquí, con el deseo sea de tu agrado.
“El mar en la llanura
Autor: José Hierro
¿Estarás siempre de mi parte,
adormecida, entre mis brazos.
Primaveral y musical,
afirmándote y afirmándonos?
¿A centenares de kilómetros,
a millares de encinas y álamos,
a millones de horas, de ríos,
de cumbres de piedra, de páramos?
esta mañana te ha teñido
el recuerdo de vinos pálidos.
En las ramas de acacia, otoño
puso a dorar su seco manto.
Hojas crujían con la música
con que embistes acantilados.
La llanura fingió latidos,
temblores, fuegos oceánicos.
¿Tu compañía? ¿Tu nostalgia?
¿Tu esperanza?... ¿Siempre a mi lado
estarás, mar, primaveral,
afirmándote y afirmándonos?
mar mía, ¿pase lo que pase,
aún después de lo que ha pasado? ”
Tesoro de mi alma te amo y extraño de manera
inconmensurable.
Los paseos más lindos los realizamos juntos.
Duele la ausencia.
La distancia que no es posible medir.
¿Cómo estás tan lejos de la familia choquita y mamá?
¿Cuándo vendrás a mis sueños?
Necesito abrazarte, acariciarte y por sobre todo darte los
besos postergados que esperan vengas por ellos.
¡No permitas se marchiten!
¿Falta demasiado tiempo para estar juntos otra vez?
¿Podrías ayudarme en este trámite interminable?
Continuar en suelo terreno sin tu presencia, carece de
valor.
Es triste no tenerte.
Ignorar la existencia de un posible reencuentro.
¿Por qué nadie ayuda a resolver mis disquisiciones?
En este instante está asomando el Astro Rey.
Gracias mi cielo por enviarlo, aún cuando resulta difícil
seguir sin saber para qué.
Como lo hago a diario, repetiré mi solicitud, pidiendo por
favor, nunca olvides cuanto te quiere, mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=DxegNmfPYmk
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