Buenos días hijo querido.
Te saludo en una mañana lluviosa y fresca.
Ambos hemos disfrutado de la lluvia, inclusive cuando estábamos en la playa.
En esos instantes el cielo plomizo se veía reflejado en el
color de las aguas que adquirían un tono plateado difícil de describir.
Hasta las palmeras que estaban en la playa del norte de la
República Federativa de Brasil, asemejan una foto en blanco y negro.
Por suerte el mal tiempo, duraba un rato para darle paso al
sol abrazador, etapa que utilizabas para mostrar tus dotes de nadador.
En otro viaje te vi nadar bajo una cortina de agua de
lluvia.
Te pedía suspendieras el deporte para cuando dejara de
llover.
Con tu sonrisa encantadora, respondías “Es solo agua, tranquila ma”
No encontraba la forma de pedirte suspendieras nadar, saliendo de la piscina.
Los otros turistas te alentaban a seguir.
Trato de seleccionar paisajes marítimos para alegrar tu vista convocando recuerdos
del ayer, hoy tan lejanos.
Faltaría, a la verdad si expresara no es de mi agrado el territorio
de Poseidón, solo por breves ciclos.
Para vacacionar buscaba destinos donde las montañas, fuera
protagonistas.
Afortunadamente, en el las arenas del norte de ese país,
existen los dos paisajes.
Siempre el equilibrio
fue primordial en el intercambio
de amor más hermoso, el de un hijo con su mamá.
Ayer por la tarde estuve hablando casi una hora con tu
hermano de la vida.
Desea llegue diciembre, pasadas las fiestas de Navidad,
emprenderá su viaje a Europa habitual.
Está con mucho trabajo y a esta altura del año es notoria la
fatiga laboral.
Para calmar su ansiedad siempre, le comenté falta un poso
más de treinta días para comenzar a volar hacia destinos conocidos o bien
explorar otros.
El epicentro es Madrid.
Pasa el festejo de fin de año con ellos y después solo hay
que esperar las primeras fotos, que dirán en cual lugar del mundo continúa sus más que
merecidas vacaciones.
Para hoy, elegí letras de un célebre autor, quien hace
alusión al mar, tu espacio favorito.
Es mi deseo compartirlas con vos.
“La mar ciñe a la noche su regazo
Autor:
Miguel Unamuno
La mar ciñe a la noche en su regazo
y la noche a la mar; la luna, ausente;
se besan en los ojos y en la frente;
los besos dejan misterioso trazo.
Derrítense después en un abrazo,
tiritan las estrellas con ardiente
pasión de mero amor, y el alma siente
que noche y mar se enredan en su lazo.
Y se baña en la oscura lejanía
de su germen eterno, de su origen,
cuando con ella Dios amanecía,
y aunque los necios sabios leyes fijen,
ve la piedad del alma la anarquía
y que leyes no son las que nos rigen.
Horas serenas del ocaso breve,
cuando la mar se abraza con el cielo
y se despierta el inmortal anhelo
que al fundirse la lumbre, lumbre bebe.
Copos perdidos de encendida nieve,
las estrellas se posan en el suelo
de la noche celeste, y su consuelo
nos dan piadosas con su brillo leve.
Como en concha sutil perla perdida,
lágrima de las olas gemebundas,
entre el cielo y la mar sobrecogida
el alma cuaja luces moribundas
y recoge en el lecho de su vida
el poso de sus penas más profundas.”
¿Cuándo aparecerás en mis sueños?
Añoro darte un beso, cada despertar.
Abrazarte es una deuda pendiente, lo mismo que llenarte de
caricias.
Resulta insoportable la soledad no querida.
Jamás imaginé podrías faltarme.
Es una mochila difícil de transportar.
Haces falta aquí.
En otras ocasiones expresé, tus presagios fueron
cumpliéndose.
Es evidente conocías
bien, a quienes te rodeaban.
Debilitada por el dolor, tardé bastante en darme cuenta, de
aquello que alguna vez me habías expresado con lágrimas en tu bella mirada.
Me pediste silencio, lo respeté hasta tres o cuatro años
después de tu trágico final, hasta que
comenzó a demostrar interés, diría intento realizar las maniobras que realizó
con vos.
No comprendo, cómo pudiste seguir cerca de quienes te
ofendieron, de manera tan cruel, por ello en la última llamada supo por qué no
terminaba de cerrar en mi memoria una personalidad tan extraña.
Confirmó mis sospechas un correo recibido, donde se expresó
de manera brutal.
Desde entonces habita el terreno de la no existencia.
Tu abuela materna se enojaría si leyera estas letras.
Nunca entendió cómo podía anular algunos afectos para
siempre.
Tesoro de mi existencia, te amo y extraño de manera
imposible de describir.
Como es habitual en estos contactos, en los que te percibo
tan cerca. Reiteraré, mi pedido acostumbrado.
Hijo querido por favor, nunca olvides cuanto te quiere,
Mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=8OlcxG4K7zE&t=61s
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