Buenos días hijo querido.
Te saludo en una mañana fría para esta época del año.
Anoche la lluvia ayudó. a quienes tenemos jardín.
Las flores fueron regadas por el llanto del cielo.
Mientras esperaba cesara la caída de agua, para buscarte
entre las estrellas, una mujer solitaria caminaba bajo la lluvia, portando su
paraguas para protegerse de aquella.
La imagen parecía otoñal.
Utilizando la imaginación pude ver los árboles con sus ramas
desnudas.
No fue agradable la visión.
Recordé el invierno, de hace más de siete años cuando el
destino quiso pasáramos los quince peores días de nuestras vidas, estando
internados en un sanatorio.
Pese al deseo que ocurriera un milagro, capaz de impedir tu
ausencia, la misma llegaría luego de padecimientos innecesarios que produjeron
en la fragilidad de tu cuerpo dolores que pudieron haberse evitado.
Desde ese entonces aumentaron mis disquisiciones.
Ni en el sueño más delirante, pensé que podías faltar de mi
lado y de todos lo que te aman de verdad.
Tu partida se produjo en una mañana gélida con el sol a
pleno para despedirte, comenzando a transitar el sendero de la soledad
impensada, donde aparentemente la ciencia nada pudo hacer para retenerte en
suelo terrenal.
Esa es una de las causas por las que detesto continuar sin
vos.
Desde ese entonces comencé a vivir, si es que así puede
denominarse mi realidad en el mundo de las sombras, extrañando tu luminosidad.
Como la mujer caminando, bajo la lluvia mi derrotero es
incierto.
Solo quiero estar a tu lado para no separarnos jamás.
¿Podré evadir el mundo de las entelequias a fin de recuperar
la normalidad?
Nada se parece al ayer.
Es necesario comenzar rápidamente con mi ascenso para dar
por finalizada esta pesadilla teñida de dolor.
He intentado en vano, establecer conexiones que alegren tu
esencia, hasta el momento los resultados, han sido negativos.
Cada mañana es difícil despertar sabiendo no te voy a
encontrar en tu dormitorio para dar inicio a otro día compartido.
Es enorme la impotencia cuando el raciocinio dice no
ocurrirá.
Todo sería diferente si pudiera recuperar las creencias que
ahora no están.
Tengo la certeza que recuperaré aquellas si se produjera el
reencuentro del que todos habla, más nadie sabe argumentar de manera creíble y
satisfactoria.
El ayer no se puede recuperar.
De nada sirve el empeño de querer cambiar.
¿Cómo hacerlo después de semejante desasosiego?
Mi único pensamiento único sos vos.
Entiendo que no soy la única mujer que ha perdido a su sol,
ni tampoco conozco la historia de alguna que luego de haber pasado por
circunstancias iguales, haya recuperado, el
estado anterior.
Quizás influya el hecho, que jamás aceptaré tu partida.
No es un razonamiento enfermizo, siempre te percibo a mi
lado, incluyendo cuando en la noche me entrego al sueño.
Antes de hacerlo te pido aparezcas en mis estados oníricos
para poder darte uno de los tantos besos postergados, que guardo para vos.
Solo poseo la compañía de la familia chiquita y la de amigos
fieles que nunca traicionarán.
Para cortar con el escepticismo, que se produce tu propia
tristeza, quiero dejarte los versos de una poetisa maravillosa aludiendo a la
lluvia.
Necesito dejarlos aquí.
“Bajo la lluvia, Autor: Juana de Ibarbourou
¡Cómo resbala el agua por mi espalda!
¡Cómo moja mi falda,
y pone en mis mejillas su frescura de nieve!
Llueve, llueve, llueve,
y voy, senda adelante,
con el alma ligera y la cara radiante,
sin sentir, sin soñar,
llena de la voluptuosidad de no pensar.
Un pájaro se baña
en una charca turbia. Mi presencia le extraña,
se detiene… me mira… nos sentimos amigos…
¡Los dos amamos muchos cielos, campos y trigos!
Después es el asombro
de un labriego que pasa con su azada al hombro
y la lluvia me cubre de todas las fragancias
de los setos de octubre.
Y es, sobre mi cuerpo por el agua empapado
como un maravilloso y estupendo tocado
de gotas cristalinas, de flores deshojadas
que vuelcan a mi paso las plantas asombradas.
Y siento, en la vacuidad
del cerebro sin sueño, la voluptuosidad
del placer infinito, dulce y desconocido,
de un minuto de olvido.
Llueve, llueve, llueve,
y tengo en alma y carne, como un frescor de nieve.”
Te amo y extraño desmesuradamente.
Necesito estar a tu lado para estrecharte en la tibieza de
un abrazo sin fin.
Mis manos deseos de acariciarte, no descansarán, hasta que
sea realidad tangible.
¿Comprendés por qué no deseo estar ocupando un espacio que
no me corresponde?
No pertenezco a este lugar.
No siento tristeza ni arrepentimiento, por pensar así.
Es muy difícil continuar donde no se desea estar.
Necesito ayuda para llegar a vos
Querido hijo como es costumbre en estos contactos, no me
cansaré de repetir mi solicitud, por favor hijito lindo nunca olvides cuanto te
quiere, Mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=ZF_t_LVcot0
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