Buenos días hijo querido.
Te saludo en una mañana fría, pareciera la primavera salió a
vacacionar.
Desde tu ausencia mi realidad es un cúmulo de recuerdos
compartidos.
No solo representados por los viajes sino por los pequeños
detalles cotidianos.
A los dos nos gustan los paisajes serranos, encerrando la belleza de los lagos.
Bucea en tu memoria para recordar la imagen colocada antes
de la conexión cotidiana que tanto nos acercan, pese a que no sé el lugar
exacto donde estás.
Te pienso entre las estrellas del Universo, por ello te
busco allí.
Por ahora no te he encontrado.
Las ilusiones están intactas.
La vista corresponde a los
lagos del sur de nuestro país.
El camino del lago es de piedras.
Desde allí se observa el espejo de agua que pidió prestados
sus colores al firmamento.
En la superficie esperan innumerables veleros, próximos a
salir a surcar el lago, llevando a bordo,
pasajeros deseosos de recorrer un espacio encantado.
El puente de lago
cuenta con barrales para proteger a los turistas que prefieren caminar.
Coloridas flores derraman al viento fragancias delicadas, invitando
a quedarse en ese espacio salido de un cuento.
Los más osados colocan sombrillas y doran sus cuerpos sobre
las playas de ripio.
Está delimitado por boyas y otras señales el lugar hasta
donde se puede ingresar, evitando
accidentes en aquellos que no saben nadar.
Sobre la vereda opuesta al lago hay, pequeños restó para que
los turistas puedan aprovechar el sol y beber o almorzar en ese paisaje
encantador.
No extraño regresar.
Con tu partida decidí, no visitaría ninguno de los enclaves
conocidos con vos.
Tal vez les asista la razón a quienes piensan la decisión es
equivocada.
No pienso modificarla.
Ni siquiera para visita esos sitios en compañía de la
familia chiquita.
La ausencia sería más notoria.
Carece de sentido regresar.
Hoy quiero dejarte grafemas de un autor francés, mencionando
un lago que bien podía ser este que te presenté.
Como siempre es mi deseo compartirlo con vos.
“El lago Autor:Alphonse de Lamartine
Así siempre empujados hacia nuevas orillas,
en la noche sin fin que no tiene retorno,
¿no podremos jamás en el mar de los tiempos
echar ancla algún día?
Lago, apenas el año ya concluye su curso
y muy cerca del agua donde yo le di cita,
mira, vengo a sentarme solo sobre esta piedra
donde ayer se sentaba.
Tú bramabas así bajo estas mismas rocas,
te rompías con furia en su herido costado;
así el viento arrojaba tus
oleajes de espuma
a sus pies adorados.
Una tarde, ¿te acuerdas?, en silencio bogaba
entre el agua y los cielos a lo lejos se oía
solamente el rumor de los remos golpeando
tu armonioso cristal.
De repente una música que ignoraba la tierra
despertó de la orilla encantada los ecos;
prestó oídos el agua y la voz tan amada
pronunció estas palabras:
«Tiempo, no vueles más. Que las horas propicias
interrumpan su curso.
¡Oh, dejadnos gozar de las breves delicias
de este día tan bello!
Todos los desdichados aquí abajo os imploran:
sed para ellos muy raudas.
Con los días quitadles el mal que les consume;
olvidad al feliz.
Mas en vano yo pido unos instantes más,
ya que el tiempo me huye.
A esta noche repito: «Sé más lenta», y la aurora
ya disipa la noche.
¡Oh, sí, amémonos, pues, y gocemos del tiempo
fugitivo, de prisa!
Para el hombre no hay puerto, no hay orillas del tiempo,
fluye mientras pasamos.»
Tiempo adusto, ¿es posible que estas horas divinas
en que amor nos ofrece sin medida la dicha
de nosotros se alejen con la misma presteza
que los días de llanto?
¿No podremos jamás conservar ni su huella?
¿Para siempre pasados? ¿Por completo perdidos?
Lo que el tiempo nos dio, lo que el tiempo ha borrado,
¿no lo va a devolver?”
Sol de mi realidad solitaria
¿Cuándo aparecerás en mis
sueños?
Es imperiosa la
necesidad de darte un beso, uno de los tantos aletargados que guardo para vos.
Mis manos precisan acariciarte ahora.
Los brazos exigen estrecharte en la calidez de un
abrazo interminable.
Es difícil continuar sin tu compañía.
Mi lugar no es aquí, sino junto a vos por toda la eternidad.
Deteriora continuar en suelo terrenal, tan lejos de tu
hábitat.
Te amo y extraño, hijito mío.
Imposible dimensionar cuánto.
Te pido ayuda para ascender sin demasiadas dilaciones.
Desespera no tenerte y no poder resolver esta dolorosa
situación.
No poseo alicientes para seguir donde no deseo estar.
Como siempre en estos contactos que acarician nuestras
almas, he de formular mi pedido de todos los días.
Por favor tesoro nunca olvides cuanto te quiere,
Mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=9TurK7zyxVE
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