Saturday, February 22, 2020

EN ALGÚN LUGAR



Buenos días amor de mis sueños.
Quiero contarte una historia que puede transcurrir en algún lugar sin determinar de cualquier ciudad veraniega.
Allí los veraneantes están distendidos.
Aprecian las bellezas que les ofrece el paisaje.
Disfrutan de los recursos de la naturaleza sin pensar que esas situaciones son aprovechadas por ciertos mortales para someter al incauto a prácticas prohibidas por las ciencias médicas.
Un equipo de neurólogos está alojado en el mismo hotel que elegí para pasar este fin de semana largo,
Quería estar en absoluta tranquilidad para pensar cual es la forma de lograr soñar con vos, de manera frecuente.
No encuentro otra instancia como para poder darte uno de los tantos besos aletargados en una mochila gigante.
Ellos quieren estar con el destinatario, también yo.
El hotel tiene un estacionamiento subterráneo al que se llega bajando una pendiente bastante pronunciada.
Antes de girar hacia la izquierda, algo que no podríamos hacer en plena calle, por las normas de tránsito, se encuentran rumorosos saltos de agua.
Personal de seguridad procedió a indicarme cual será mi lugar, mientras permaneciera alojada allí.
En un espacio tan tranquilo no tiene demasiado sentido que las personas de seguridad estén armadas.
No me gustó.
Delante de mí había varias puertas iguales.
Ni un adivino hubiese sabido cual era la que correspondía al ascensor.
El grito del hombre me pareció poco adecuado e impertinente.
Escucho bien.
Los buenos modos nunca están demás.
Por otra parte no cuesta nada colocar carteles indicadores.
Lo dejaría asentado en el libro del lobby del hotel.
Mi habitación está ubicada en planta baja.
Podría haber elegido no usar el elevador.
La intuición y la cara de pocos amigos de quien cuida el sitio trajeron las primeras sospechas.
Desde el ventanal de mi habitación puedo observar los saltos de agua.
Es una maravilla cuando el sol por la refracción de la luz, logra formar un bello arcoiris.
No saque el contenido completo de mi maleta.
No hacia falta.
Solo tendría a mano aquello que usara durante el día.
No eran tantos los de mi estadía.
La arboleda cercana a esa vertiente de agua, tan ruidosa como bella, contenía todo los verdes.
Al atardecer era la cuna de pájaros multicolores.
Un lugar para soñar.
Desde tu ausencia, el sonido de un papel cayendo al piso puede despertarme.
Los ruidos provenían del estacionamiento.
Como si fuera una intrusa bajé por el camino.
No deseaba encontrarme con el guardia.
Estaba profundamente dormido, e un sillón.
En la mesa había dejado su arma.
Pude tomarla.
La escondí entre mis ropas. Previamente le había quitado el cargador.
Pude deslizarme hasta una de las puertas donde se escuchaba un murumullo.
A medida que me acercaba, podía sentir la conversación de dos hombres.
Parecían médicos.
Vestían ambos de tono marfil.
Cuando se separaron pude ver a una persona, tendida sobre una camilla.
En ese lugar siniestro observé una vía por donde pasaba un líquido transparente.
Supuse era suero con sedación.
No podía seguir allí.
Detrás de un biombo encontré una ventana abierta.
El ruido del agua disimulaba la eventual resistencia de las personas cuando estaban en estado de plena conciencia.
La luna en su fase cuarto menguante otorgaba al lugar una vista fantasmal.
Temía cualquiera pudiera escuchar mi respiración.
Traté de ubicarme en tiempo y espacio.
No estaba lejos de mi habitación.
Recordaba haber dejado la ventana abierta.
Te pedí ayuda tesoro para que así fuera.
Escondí el arma y el cargador del hombre de seguridad.
Pese a que tenía frío necesitaba aburrirme con el sonido del aire acondicionado.
Como siempre estuve descansando en estado de vigilia.
No pude alcanzar la etapa del sueño profundo.
No tardó en aparecer la mucama del hotel, postergaría la ducha unos instantes.
Estaba todo arreglado.
Le pedí no tendiera la cama, pues pensaba descansar.
La mujer contestó tenía cara de haber dormido mal.
Coloqué dinero en su bolsillo.
Cuando salió cerré la puerta con llave.
La persiana del ventanal estaba baja.
Cuando salí de la ducha miré mi reloj, faltaba poco para la hora del almuerzo.
No bajaría al comedor.
Lo pedí para la habitación.
No tenía apetito.
En la tapa de una bandeja había un papel pegado con cinta adhesiva.
Al abrirlo mi sorpresa fue grata.
Tu letras es imposible de confundir, pese al apuro, al escribir: “Mami, este no es u hotel como tantos otros.
No sé por qué estás aquí.
Esta madrugada devolví el arma a su dueño.
Te pido te vayas de aquí.
La fachada es la de un hotel.
En el sitio que está ubicado el ascensor están las otras puertas.
Como bien imaginaste, funciona una clínica.
Experimentan con seres humanos. Quieren convertirlos en zombis.
Les colocan en el cerebro un chiip que los neurocirujanos controlan a distancia.
No lo usan para hacer bien.
Laura te llamará para que regreses de inmediato a Buenos Aires.
No ha pasado nada.
Todas las comunicaciones son grabadas.
Nadie debe saber que descubriste el horror.
Deberás mostrarte conmovida mientras hablás.
No estaría mal entraras en un llanto insistente.
Dejá el auto aquí.
Lo vendrán a retirar.
Tu vuelo sale en dos horas.
Tenés tiempo.
No lo pierdas.
Luego te explicaré”.
Después de la llamada pedí un auto.
Preguntaron por el mío, no contesté, tenía que demostrar premura.
Así fue como llegué al aeropuerto.
Cuando despegó el avión, sentí estaba en paz.
Mi hijo adorado siempre me protege.
Muchas veces en ciertos lugares soñados se esconde el horror.
Gracias tesoro de mi alma, por estar pendiente de mi.
Te amo de manera incondicional.
Por favor nunca olvides, cuanto te quiere tu mamá.

https://www.youtube.com/watch?v=BG4CGTw7Y9g

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