Buenos días hijo
querido.
Te saludo en una mañana fría, con el sol pálido y sin
fuerzas para entibiar la jornada en la que la temperatura será invernal, a ella
deberemos acostumbrarnos durante los próximos tres meses.
Convoco a tus recuerdos para evocar un atardecer en un lago
de nuestro país.
A punto de retirarnos, observamos con asombro, la mitad del
rostro de una bella mujer, emergiendo del agua,
No se trató de una visión momentánea dado que estuvo varios minutos allí, las
hojas de los árboles intentaban rozar su cara.
Conmovidos observamos, de su ojo brotaban lágrimas, hasta
que el agua creciente la cubrió.
Decidimos preguntar en el pueblo si se trataba de un mito o leyenda.
Quien nos contó la historia fue un pescador de la zona.
Expresando a diario elige esa hora donde no hay bullicio
para pescar con tranquilidad.
Desde que arribó al lugar siempre elige el mismo dado está
alejado de la ciudad, bordeada por una playa de arenas blanquecinas.
En el espacio agreste, todas las tardes, a la misma hora, se
produce la aparición de la fémina llorando, hasta que luego de unos minutos,
desaparece.
Agradecimos la información pero necesitábamos, conocer más.
A tal efecto nos dirigimos a un puesto de diarios y
revistas, atendido por una mujer.
Cuando llegamos estaba de espalda, al escuchar nuestras voces, quedamos
sorprendidos, era idéntica a la mujer que emergía del lago.
Al notar nuestra reacción, relató, se trataba de su gemela,
quien hacia un par de años se había ahogado en ese espacio.
Desde entonces ella cuida a sus sobrinos como si se tratara
de los hijos que la vida le negó.
Todos los atardeceres a la misma hora sale a la superficie, con el propósito de ver a los
niños, al no lograrlo, rompe en llanto.
En silencio regresamos al hostal que nos albergaba.
Tu deseo era conocer más detalles del accidente, te sugerí
no preguntar nada más pues lastimarías a la dueña del puesto que nos había
contado una historia tan lamentable.
Ayer volví a recordar uno de los tantos viajes que hicimos
juntos.
Entre ellos estaba ése.
Buscando fotos guardadas, encontré esa, en tu celular,
decidiendo sería la imagen que antecediera las letras de esta conexión
fantástica que nos acerca un poco más.
Una historia inversa a la mía.
A la mujer del lago, la tragedia la separó de sus hijos.
En nuestro caso particular, fue hambrienta la muerte quien
te arrebató de mi lado, sin otorgarme la oportunidad de acompañarte en el viaje
postrer.
Indagando en el abundante material de lectura que poseo,
hallé letras compatibles con esta historia que espero, recuerdes de manera tan
nítida como tu mamá.
Aquí las dejo para compartir.
“LAS LÁGRIMAS
Autor; Julia de Burgos
Corno cuando se abrieron por tus
sueños mis párpados,
rota y cansadamente, acoge mi partida.
Como si me tuvieras nadando entre tus brazos,
Donde las aguas
corren dementes y perdidas.
Igual que cuando
amaste mis ensueños inútiles,
apasionadamente, despídeme
en la orilla…
Me voy como vinieron a tus vuelos mis pájaros,
callada y mansamente,
a reposar heridas.
Ya nada más detiene mis ojos en la nube…
Se alzaron por alzarte, y ¡qué inmensa caída!
Sobre mi pecho saltan cadáveres de estrellas
que por ríos y por montes te robé, enternecida.
Todo fue mi universo unas olas volando,
y mi alma una vela conduciendo tu vida…
Todo fue mar de espumas por mi ingenuo horizonte…
Por tu vida fue todo, una duda escondida.
¡Y saber que mis sueños jamás solos salieron
por los prados azules a pintar margaritas!
¡Y sentir que no tuve otra voz que su espíritu!
¡Y pensar que yo nunca sonreí sin su risa!
¡Nada más! En mis dedos se suicidan las aves,
y mis pasos cansados ya no nacen espigas.
Me voy como vinieron a tu techo mis cielos…
fatal y quedamente, a quedarme dormida…
Como el descanso tibio del más simple crepúsculo,
naturalmente trágico,
magistralmente herida.
Adiós. Rézame versos en las noches muy largas..
En mi pecho sin lumbre ya no cabe la vida…”
Querido hijo, mi búsqueda no cesará.
Deseo con fervor darte un beso, he de lograrlo cuando llegue
a tu hábitat.
Recibirás miles de caricias y abrazos acompañados de
amorosas palabras, para demostrarte el amor de una madre hacia su hijo luminoso
como las estrellas, que en las noches
despejadas me dicen estás bien.
Te amo y extraño de manera incondicional.
¿Cuándo aparecerás en
mis sueños?
Preciso en el momento
que lo hagas escuchar la sonoridad cristalina de tu voz.
En casi siete años aprendí, a interpretar el lenguaje de las sonrisas.
Siento tristeza por la melancolía de tu mirada a la que
asocio con la soledad por el espacio que ocupás.
¿Por qué la existencia de ese misterio horrendo que no se
puede resolver?
¿Podrías de alguna manera acelerar los trámites que me
permitan partir junto a vos?
Hijo de mi alma, solo así encontraré, atisbos de paz.
Querido como siempre en estas conexiones tan esperadas por
los dos, he de pedirte una vez más, por favor, nunca olvides cuanto te quiere,
Mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=zo_UihzJkJ0
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