Buenos días hijo querido.
Te saludo en una mañana desapacible.
Lentamente el cielo, ha comenzado a llorar.
Llovizna que trae recuerdos imposibles de olvidar.
Tres semanas antes de tu partida, luego de una consulta
médica, como un verdadero caballero y de manera sorpresiva, decidiste cenáramos
juntos, en un restó que no conocía.
Tu rostro, al salir de la consulta con un profesional,
estaba velado por la tristeza.
Lloviznaba como hoy.
Te preocupaba no hubiese llevado la capucha de la campera.
Recordaste poco antes, había tenido un espasmo bronquial.
Siempre te preocupaste por mi salud.
Fue solo un espasmo que duró veinticuatro horas.
En el sitio expresaste el menú lo elegirías vos.
Al mozo que nos atendió, pediste todo aquello que me gustaba
a mí.
En ese instante con un nudo en la garganta, comprendí
estabas por partir.
Pese a la charla y la mirada perdida querías fuera una cena
para brindar por la vida, que se escurría de tu ser.
Un tema que no tocamos durante toda la velada.
Ambos conocíamos el final.
Simulabas alegría por la escapada al restó.
Éramos dos amigos, contándonos nuestras vivencias donde los
médicos no tenían cabida.
Solicitaste el menú que era de mi agrado.
Cuando trajeron el postre, quisiste brindar por la vida,
sabiendo los días estaban contados para
que el destino decidiera separarnos para siempre.
Un brindis original ya que lo realizamos, con jugo de futas.
Ninguno de los dos bebíamos alcohol, la noche más linda que
compartimos, seguidos de cerca por quien en tres semanas te arrancaría de mi
lado, sin ofrecerte una oportunidad que nos permitiera, seguir juntos.
Pese al corto futuro te mostrabas alegre y jovial.
No dejaste de preguntar:
¿Cómo te sentís mamá?
En ocasiones la tristeza no se puede disimular.
Vanos fueron los intentos para alejar el agobio.
Nunca imaginé una vida sin tu presencia adorada.
Ninguna mamá puede vivir sin su hijo y amigo más fiel.
El resto de los días
significó una tortura para los dos.
Observándote, noté el peor momento se acercaba a pasos veloces.
Enfermo terminal, no dejaste un instante, de transmitirme tu
energía.
¡Valiente mi hijo querido!
Lo primero que hiciste fue quitarle la cámara a la
computada.
Cuando te pregunté por qué, dijiste se había roto.
No querías tus amigos notaran el deterioro.
Momentos terribles hasta que decidí no podías quedarte en
casa, dado que necesitabas otros cuidados.
Tomé la determinación de internarnos juntos.
Siempre estuve a tu lado tomándote de la mano.
Pese a que la tragedia se desencadenaría en pocos días, hice
esfuerzos para no llorar.
Recuerdos ingratos que
jamás olvidaré.
Para hoy elegí letras de un reconocido autor, relacionadas,
con el tema.
Aquí las dejo para compartirlas con vos.
“ÚTIMO BRINDIS
Autor: Nicanor Parra
Lo queramos o no
solo tenemos tres alternativas:
el ayer, el presente y el mañana.
Y ni siquiera tres
porque como dice el filósofo
el ayer es ayer
nos pertenece solo en el recuerdo:
a la rosa que ya se deshojó
no se le puede sacar otro pétalo.
Las cartas por jugar
son solamente dos:
el presente y el día de mañana.
Y ni siquiera dos,
porque es un hecho bien establecido
que el presente no existe
sino en la medida en que se hace pasado
y ya pasó…,
como la juventud.
En resumidas cuentas
sólo nos va quedando el mañana:
yo levanto mi copa
por ese día que no llega nunca,
pero que es lo único
de lo que realmente disponemos.”
Querido no puedo reprimir, la necesidad imperiosa que tengo
para que recibas un beso.
Utopía que o se realizará pese al deseo de abrazarte y acariciarte como lo hace
cualquier madre con su hijo.
Tesoro te amo.
Te extraño siempre un poco más.
Es mi anhelo verte corporizado, por ello constantemente, te
pido aparezcas en mis sueños.
No alcanza con percibirte a mi lado.
Necesito tenerte.
Entiendo no podrá ser hasta que me dejen partir.
Para concretar esta entelequia, necesito tu ayuda.
Comprendo esa petición no te resulta agradable.
Quiero ser una habitante de las estrellas.
De ser posible una cercana a la que está enclavado tu
hábitat.
La ausencia de un hijo produce un dolor, imposible de
explicar.
¿Existen los reencuentros?
A veces me aferro a ese pensamientos, otras, no creo en nada
que no haya visto o comprobado.
¿Nadie es capaz de comprender que ha llegado el momento de
dejar suelo terrenal?
¿Cuál es la causa de un castigo atroz?
No pierdan tiempo con este cautiverio inútil?
¿A quién le produce gozo, permanezca donde no deseo estar?
Hijo quiero
estar a tu lado.
No los minutos que deja el estado onírico, sino por toda la
eternidad.
En el universo podremos brindar por la vida, la dicha de
estar juntos.
Como es habitual en estos enlaces, en los que puedo sentir,
acompañando los latidos de mi corazón, he de pedirte por enésima vez, por
favor, nunca olvides cuanto te quiere,
Mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=l7eHO_PEWLk
No comments:
Post a Comment