Buenos días precioso hijo querido.
Te saludo en una mañana soleada y fría.
Mis pensamientos se anclaron en épocas lejanas, cuando
juntos caminábamos a orillas del mar.
Al amanecer había llovido.
Dormías plácidamente, en
tu dormitorio, mientras yo, pensaba qué actividades desarrollar, en un
medio tan afín a tu personalidad.
Luego del desayuno comenzó a
salir tímidamente el sol.
No llegó solo, trajo junto a él un, Arcoiris que le otorgaba a la playa un aspecto
espectacular.
Atento como casi siempre. Poseidón, dejo sobre la arena un
caracol de mar.
De dimensiones
generosas, llamó nuestra atención, el caparazón de color
ocre contrastaba con la palidez de la arena.
Ese día lo colocamos en mi bolso y nos dedicamos a buscar
otros, que luego usaríamos en los canteros del jardín de la casa que te viera
nacer.
Esas pequeñas joyas que eligen morir a la orilla del océano
son muy buscadas por los turistas.
El cielo comenzó a
despejarse dejando a la vista la aparición de un fascinante arcoiris, en el que
se podía apreciar los siete colores que porta.
Espectáculo
majestuoso al que tomaste varias fotos, desde distintos
ángulos.
Hoy la encontré y
decidí colocarla en esta conexión que tanto nos acerca.
Desearía tener la potestad de anclar el tiempo en esas
temporadas maravillosas donde mostrabas tus dotes de experto nadador, mientras
te esperaba debajo de una sombrilla, sentada en una reposera.
La tuya esperaba salieras del agua con el propósito de
acompañar nuestras aventuras en cada viaje.
Cualquier tema lo abordabas con pasión, sin pensar que el
futuro tenía preparada para los dos una jugada siniestra, al arrancarte de mi lado sin pedir permiso, de
manera prematura.
Los recuerdos son los que me sostienen cuando estoy a punto
de caer en la profundidad de los abismos ancestrales.
Momentos únicos donde en mi realidad aparecen atisbos de paz
La existencia sin tu presencia carece de sentido.
Todo es diferente sin tenerte a mi lado, cuando podía darte
u beso en el momento que lo deseara.
No es natural vivir de recuerdos cuando podríamos estar
juntos, sin pedir permiso para abrazarte, acariciarte, sentir la calidez de tu
mano asida a la mía, todo eso profundiza el dolor de la ausencia.
¿Cuándo aparecerás en mis sueños?
Quiero vete con la edad que tendrías hoy.
Te imagino cumpliendo cada uno de tus proyectos.
No solo los productivos sino los solidarios.
Amigo fiel
¿Por qué tu caudal de humanidad era tan inmenso?
Comparándolos con el de otros terrenales que en algún
momento estuvieron cerca fingiendo sentimientos que las actitudes derribaron.
Sé ese sujeto incalificable ha colocado en el perfil de su
teléfono una imagen retocada, en la que no solo se lo nota pálido sino calvo,
tal cual estuviera afectado por una enfermedad terminal.
Una falta de respeto hacia quienes sufren la enfermedad y el
padecimiento que trae la misma.
Siento tranquilidad al haberlo pasado al terreno de la no
existencia.
Llama la atención que siendo grande su familia no rechace
esa actitud que más que graciosa es bochornosa.
Debería pensar en su descendiente y no dar malos ejemplos.
Sé no es posible exigir, conciencia a quien tiene por
costumbre utilizar a todos, prometer ante un moribundo algo que después
descartaría.
Eso solo tiene un nombre, discapacidad sensorial, en este
caso incurable.
Para el día de hoy seleccioné letras de autor, referidas al
objeto de este contacto.
La dejo aquí, solando poder compartirla con el amigo más
fiel que jamás conocí.
“DESDE UN CARACOL
Autor: Gabriel García Márquez
Yo he visto el mar. Pero no era
el mar retórico con mástiles
y marineros amarrados
a una leyenda de cantares.
Ni el verde mar cosmopolita
-mar de Babel- de las ciudades,
que nunca tuvo unas ventanas
para el lucero de la tarde.
Ni el mar de Ulises que tenía
siete sirenas musicales cual siete islas rodeadas
de música por todas partes.
Ni el mar inútil que regresa
con una carga de paisajes
para que siempre sea octubre
en el sueño de los alcatraces.
Ni el mar bohemio con un puerto
y un marinero delirante
que perdiera su corazón
en una partida de naipes.
Ni el mar que rompe contra el
muelle
una canción irremediable
que llega al pecho de los días
sin emoción, como un tatuaje.
Ni el mar puntual que siempre tiene
un puerto para cada viaje
donde el amor se vuelve vida
como en el vientre de una madre.
Que era mi mar el mar eterno,
mar de la infancia, inolvidable,
suspendido de nuestro sueño
como una Paloma en el aire.
Era el mar de la geografía,
de los pequeños estudiantes,
que aprendíamos a navegar
en los mapas elementales.
En el mar de los caracoles,
mar prisionero, mar distante,
que llevábamos en el bolsillo
como un juguete a todas partes.
El mar azul que nos miraba,
cuando era nuestra edad tan frágil
que se doblaba bajo el
peso de los castillos en el aire.
Y era el mar del primer amor
en unos ojos otoñales.
Un día quise ver el mar
-mar de la infancia- y ya era tarde.”
Hijo querido, te amo y extraño cada día más.
No se soporta seguir con el dolor que produjo tu partida
temprana.
Mi lugar está junto a vos, por ello quiero tu ayuda para
llegar a una estrella cercana a la tuya.
¿Entre ellas está tu hábitat?
Como es habitual en estos enlaces he de pedirte en cada
enlace, mi solicitud de siempre. Querido mío, el ser de luz más transparente
que conocí, rugo, por favor, nunca
olvides cuanto te quiere,
Mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=YNHfaFN_UG8
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