¿GOTAS O LÁGRIMAS?

Buenos días alma límpida.
Otra mañana donde la espesa bruma oculta el paisaje.
¿Qué se esconderá detrás de la neblina?

¿Deseará evitarme vea a ciertos personajes tal cual son sin sus máscaras?
El mundo se ha detenido por la pandemia.
Han dejado de escucharse los alaridos de los pájaros plateados emprendiendo vuelos hacia destinos soñados.
Solo se permite el vuelo de algún avión sanitario.
Puedo afirmar que por ahora no se necesita de los espacios sanitarios de otras provincias.
Un por ahora que cambia rápidamente.
Hay seres que en otro momento hubiera tildado de revolucionarios de cartón, que están asustados.
Durante noventa días no hicieron nada, como por ejemplo armar hospitales de campaña para recibir a los miles de enfermos que inexorablemente aparecerán en los próximos días.
No todos son iguales.
En las provincias más alejadas los habitantes tienen la conciencia que les hace falta a los que habitan las grandes ciudades.
¿Produce demasiado esfuerzo pensar?
Se pierde demasiado tiempo en erigirse en juez para juzgar a los otros.
De pronto nadie se mira en su propio espejo.
¿Tendrán miedo sean notorias las propias mezquindades?
¿No es una actitud miserable tratar de transferir los enfermos a otros?
Quienes están afectados, tienen familia.
Esperan puedan superar el mal trance.
Aquellos que están al frente dando batalla al enemigo desconocido, no escuchan los aplausos de sus pares cuando los llevan al cementerio por haber dado la vida intentando salvar a los otros sin nada.
Mientras algunos caciques viven en la opulencia deleznable.
¿Qué dirían los próceres de antaño ante este mecanismo de relojería siniestro?
Mientras todo pasa y algunos intentan hacer creer nada pasa, eludo permanecer en suelo tan egoísta.
Mis musas me llevan a un campo donde el sol ha brillado y eso ayudó a las especies a mantener el color verde tan codiciado.
De pronto ruge el cielo.
Los relámpagos como saetas violetas cruzan el cielo.
Es una tormenta de otra estación cálida.
¿Recordás las vaquitas de San Antonio con su caparazón naranja con lunares negros?
Precavidas pasean en trilogía de amor por el tallo de una planta.
¿Qué llevan que desde aquí no puedo divisar?
Me acerco.
Graciosas portan paraguas de color verde con el propósito de mimetizarse con las hojas.
M
As de una vez, te vi colocando una sobre tus manos y dejarla recorrer tu brazo.
Después las dejabas sobre una hoja.
Cualquiera.
Todas se adaptaban al gusto de esos insectos tan atractivos.
Eran otros tiempos.
El eco de tu risa envolvía toda la casa.
Ahora es todo silencio sepulcral.
Extraño esas carcajadas de niño inocente que de a poco descubría cada espacio de una vida demasiado efímera.
¿Dime hijito amado, alguna vez soñaste con la falta de vida?
¿Pensaste que en plena juventud te llevaría la muerte?
¿Sabías quien era?
Nunca hablamos demasiado de ella.
Equivocadamente, pensamos estaba lejos de nuestras existencias.
No fue así.
Alocada apareció en tu existencia.
¿Pudiste pedirle no te llevara tan pronto?
Confieso no pude alejar a semejante personaje.
Le conté de nuestra vida compartida.
Sorprendida escuchaba cuando hacía referencia a nuestra empatía.
No entendió la palabra simbiosis.
Parecía poseía.
Respondía incongruencias.
Quería de alguna manera justificar sus actos abyectos.
La incoherencia del relato no se acercaba a la realidad.
Debía obedecer a su empleador.
El tristemente célebre Tánatos.
Ella no tenía preferencias.
Solo debía ofrecerle a su amo, muchas víctimas para que su empleador no le quitara belleza sumándole tantos años como tiene el mundo.
¡Necedad absoluta!
En pos de conservar su piel lozana pocote importaba a quienes dejaba en suelo terreno llorando a sus muertos.
Cesó la lluvia.
Silbaba el viento espantado la humedad.
No era un ambiente propicio para las vaquitas de San Antonio.
Cerraron sus paraguas de color verde.
Huyeron sin dejar huella.
¿Has podido ver hacia dónde fueron?
Los instantes de paz también culminan.
En soledad absoluta regresaré a mi refugio.
Preciso desatar mis lágrimas por no haberte encontrado
para darle un beso.
¿Qué hago aquí en la tierra?
¿No se han dado cuenta que mi alma no puede soportar la ausencia del ser que más amé en la vida?
¿Qué me faltó hacer para retenerlo?
¿Cómo saber si sigue queriendo a su mamá, si sus labios están inmóviles?
¿Puede recordarme?
¿Sabe cuánto lo extraño?
¿Ha entendido porqué no tomaré ningún atajo para llegar a su lado?
¿Se ha dado cuenta mi realidad sin su presencia es una tortura?
¿Se enoja cuando pregunto para qué sigo viviendo?
Seguramente ve los despojos de mi alma y se conmueve ante mi sufrimiento.
El único paliativo para morigerar la pena es tenerlo cerca.
No quiero más de esta vida sin sentido.
¡Hijo te extraño!
No puedo detener los dolores del interior de mi ser.
Nadie me enseñó
a vivir tu muerte.
Exhausta repito cuanto te amo.
Por favor querido, nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.

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