PUERTA DEL ALMA

Buenos días mi tesoro.
Continúo buscando aquellos elementos que puedan acercarnos para siempre.
No tolero más tu ausencia.
Es así que camino sin rumbo predeterminado por los senderos de los recuerdos.
Lo hago sin salir de mi refugio, de esa manera la imaginación encuentra paisajes sorprendentes.
El cielo se presentaba plomizo como el que tenemos ahora.
Era otra temporada pues encontré variedad de flores.
No corté ninguna.
Al lugar que las llevo no nos dejan ir.
Quienes mueren en esta era rara donde la pandemia es el enemigo desconocido los muertos llegan al cementerio solo con dos personas y el personal de lugar.
¡Que difícil es aceptar que quien ha tenido amigos por todas partes, en el final lo lleven al sepulcro en soledad!
Quienes quedan viviendo en el inframundo no son los muertos sino los deudos.
Estos deben aceptar calladamente se regulen los sentimientos por decreto.
¿Nos cuidan?
¿Por qué no se puede acompañar a los seres exánimes hasta su última morada?
Ocurrencias del siglo XXI que parecen una fotografía de la era paleozoica.
¿Por qué ellos gozan de ciertos privilegios?
¿Ni deberían dar el ejemplo?
Los he visto en actos con menos gente pero sin respetar la distancia social u menos utilizando barbijos o máscaras.
Me gustaría estar en algún lugar donde pudiera recordarle a cada argentino la letra de la Constitución Nacional.
Recordarles que no hay hijos y entenados sino que todos somos iguales.
No existen zares en una República.
¡Que lejos ha quedado ese concepto!
Mi querido, no creas me expongo.
No temo a nadie escribiendo verdades que entendería un párvulo.
Regreso a lo mío que son las letras que conforman estas conexiones maravillosas.
Mi caminara veía floridos jardines.
Pocos terrenales.
Llamó mi atención una puerta vetusta de madera sin haber sido tratada más que por el paso de los años.
Listones viejos de color indescriptible.
Por allí había pasado el tiempo.
La textura no era suave.
La rusticidad podía dejarte astillas en las manos si osabas acariciarla.
Rodeada de flores de tonos para nada brillantes.
Estaba abierta como invitando al caminante a cruzarla.
¿Qué habría en ese lado luminoso del camino?
Recuerden que el cielo estaba con celajes amenazantes de lluvia.
Al cruzar la abertura la visión cambiaba abruptamente.
Cielo límpido.
Sol radiante.
Por allí no había pasado Eos, la madre de los cuatro vientos, llorando a su hijo muerto.
Seguramente ese espacio enigmático tenía un nombre desconocido.
¿Sería complicado al ser tan diferente a la antesala del mismo?
Nada de eso.
No quería avanzar por respeto.
Un par de doncellas cuidaban las flores de los canteros.
No se parecían a ningún otro conocido por quien escribe.
En instantes descubrí que se parecían demasiado a parcelas.
¿Qué sería ese espacio lleno de luz que producía sentimientos encontrados?
Por un lado curiosidad infinita.
También profundo rechazo.
Acertó
a pasar un hombre de cabellos canos.
Vestía mameluco de color azul.
Camisa a cuadros.
Se protegía del sol con un viejo sombrero.
Me invitó a pasar.
“No tema, esa puerta vieja es a entrada al lugar donde reposan las almas de todos aquellos que alguna vez fueron materia”
No sentí rechazo sino atracción.
¿Estarías allí rodeado de otras almas?
“Si ma, aquí descanso”
¿Por qué no hay flores hijo de mi vida?
“No son necesarias madre amada, solo queremos el recuerdo de quienes nos quisieron.
¿De todos?
“Sí mami linda, también el de aquello que nos señalaron de manera fraudulenta.
¿Qué haces aquí tan lejos de tu refugio?”
Hijito desconocía este sitio.
Ahora que sé qué contiene, quisiera darte un beso y venir a visitarte cada vez que lo desee.
“No mamá.
No estás en ningún espacio físico.
Atravesaste con tu amor las puertas del enclave que contienen las almas.
Hoy.
Ahora estamos aquí.
Nos has encontrado de casualidad porque la intensidad de tu cariño es inmensa.
Cuando lo desees podés encontrarme abriendo en tu refugio las puerta de tu alma para encontrarte con la mía.
No es necesario que viajes a ninguna parte..
Solo piensa en tu hijo que te ama.
¿Cómo estás madre?
Pude verte descompensada.
Me asusté mucho.
¿Querés saber por que?”
Si mi vida, dejame darte un abrazo.
“Madre no insitas, por ahora no es posible.
Estuve preocupado
pues no ha llegado tu momento.
Si lo adelantáramos, no podría verte nunca más.
Mamá te amo igual que vos a miadora debo irme.
Ya tendrás tiempo de cumplir tus deseos.
Ahora es necesario regreses a tu refugio.
Te amo mamá”
Salí lo más rápido que pide.
La puerta de las almas se cerró inmediatamente.
Estremecida escuché el grito desgarrador de un trueno.
Los relámpagos surcaban el cielo oscuro.
Callaron cuando comenzó a llover.
Mis lágrimas se mezclaban con el llanto del cielo
Debía regresar a mi refugio.
La voz de mi hijo estaba cala.
Como tantas otras veces no pude ver su rostro.
¿Los besos?
Sigo acumulándolos.
Soñando con el momento en que pueda depositarlos en sus mejillas.
Entendí que debo respetar los tiempos.
Si fallara, tal vez no lo encontraría nunca.
Me dio una esperanza.
No tiene sentido apresurarme.
Puede escuchar su voz,
Es la misma de antes.
Quizás algo angustiada por casi cinco años de soledad inexplicable.
Hijo prometo esperar.
A ello me dedico a diario.
Incluyo también las horas nocturnas donde sostengo tu documento.
Siento tu protección.
Sé de tus esfuerzos por alejar esta soledad que me tiene cautiva.
Como decías siempre: “No es grave , ma”.
Es cierto hijo de mi vida.
Solo pido la espera no se extienda por demasiado tiempo.
Saber me recordás y podés comunicarte conmigo verbalmente es una caricia para el alma.
Te amo más que a nadie en el mundo,
Por favor, nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.


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