Monday, June 01, 2020

ETERNAMENTE BELLAS


Buenos días mi cielo.
El calendario recuerda hemos llegado a mitad de año.
Otro año sin tenerte.
Locura impensada.
Acompañante de mi realidad transformada en escombros.
De ese naufragio no se regresa,
Hundida en las profundidades del océano de la existencia te pienso.
Viajo sin moverme de mi refugio.
Nadie sabe cuando se saldrá del aislamiento sanitario obligatorio.
Da la impresión que no saben como abandonar el silencio.
Solo cortado por algunas palabras autoritarias que después intntan quitarlas, aduciendo fueron operaciones mediáticas.
Personalmente no necesito nadie dirija mi pensamiento.
Menos un periodista que obedece las órdenes del dueño y como al pasar dejan frases que ni ellos mismos creen.
Aburrida de escuchar tantos chascarrillos innecesarios, capaces de desnudar las intenciones de quienes hablan cuando deberían guardar saludable silencio.
Así, entre avasallamientos y atropellos discurre la vida.
En esas instancias mis musas vienen a rescatarme de tanta opacidad.
En pocos instantes estaremos
al pie de un cerro con la cúspide nevada.
Antes de llegar a la ladera era necesario atravesar un campo de lavandas eternamente bellas.
Flores perennes, nacidas en continente africano o asiático.
Volaron sus semillas hasta quedarse detenidas en un tercer continente.
Existen tres variedades, azules, lilas o blancas.
De las tres elijo las de color lila.
Eternamente bellas como cada uno de nuestros recuerdos compartidos.
Arribamos en las primeras horas de la mañana.
Los celajes antes blancos se habían teñido con los tonos anaranjados de la reciente alborada.
El silencio apropiado para reflexionar.
No culpo a nadie.
¡Cuántas pérdidas he tenido en estos años de tu ausencia!
No me asustó, tomar decisiones, fueron elaboradas.
Con tu ayuda, desde el lugar donde te encuentres pude evitar ser golpeada por la incesante caída de piedras destrozadas en las que se había convertido mi vida.
Sin querer, me convertí en administradora de recursos.
Oxímoron.
Detesto los números y todo lo relacionado a ellos.
Conté con el apoyo de mi familia chiquita.
Faltabas vos.
Omnipresente eje de mi vida.
Dueño de cada una de mis lágrimas.
Algún día depositario de los besos aletargados que no entienden por qué no llegan a destino.
Tus mejillas.
A veces sonrosadas por el calor de una discusión.
Las hubo.
Algo nos diferenciaba del resto de los mortales.
Siempre el que se equivocaba retrocedía para reiniciar una conversación terminada de manera abrupta.
Dos caracteres fuertes.
Enseguida encontrábamos, el punto de inflexión con el propósito de no repetir errores que pudieran lastimarnos.
¿Hasta cuándo duró la comunión de nuestras almas?
¿En que momento desapareció la empatía?
En el segundo fatal que dejaste de respirar..
Allí entendí que nunca, jamás volvería a utilizar el espejo de tu hermosa mirada.
Dilemas nuevos, vacilaciones aparecieron con la fuerza del mar embravecido.
Busqué respuestas en los sitios más insólitos.
Nadie las tenía.
Más bien creo que las guardaba para poner a prueba mi carácter.
No cambié mi filosofía de vida.
Nunca acepté dogmas preestablecidos.
Como dejaste marcado en el libro, el último que me regalaste, comencé a investigar primero teología, neurociencias y la tolerancia de terceros.
El primero no se adecuaba a mis sentimientos.
Demasiado autoritarios sus preceptos.
Poco tenían que ver con quien buscaba resolver los sentimientos encontrados.
Ellos, hablan de las etapas del duelo.
De las cinco que enumeran solo estoy de acuerdo con la primera.
El enojo por haber perdido al ser que se trajo a la vida para que viviera.
Detesto la última.
Es una grave patología de quien asevera que la última etapa es la aceptación.
Mi alma rechaza tener un hijo muerto.
Intuyo que a otras madres les sucederá lo mismo.
Es un insulto al intelecto, sugerir que se debe aceptar la muerte de un hijo.
Nadie puede colocarse en el drama del otro.
No es necesario haber bebido de la fuente de la sabiduría, para darse cuenta que el amor de un hijo está más allá de la muerte.
Acepten quienes escribieron esas palabras carentes de sentido, la muerte de sus propios hijos.
En las neurociencias hay más respuestas, son más abiertos y respetuosos del pensamiento del individuo.
No piden nos laven el cerebro o practiquen una lobotomía para olvidar.
Ofrecen pautas que pueden ser aceptadas o no.
Lejos de imponer sugieren,
No soy estúpida ni pretendo nadie afirme mi hijo volverá mañana.
No sucederá nunca.
Eso lo tengo asumido.
De allí a que acepte su muerte hay un largo camino.
Es posible que ese alocado pensamiento, esté dirigido a un ser con escasez neuronal.
Tampoco.
Cuando un animal pierde a una de sus crías se queda horas al lado del cuerpo inerte.
¿Por qué se permite se digan tantas atrocidades?
¿Está bien herir al otro sin pruebas de ninguna especie?
¿En qué lugar se engendran los pensamientos malversados?
¿Cuáles el beneficio de dañar de manera gratuita?
¿No sería más loable callaran para que la ignorancia no sea una evidencia exagerada?
¿Quién se arroga la potestad de decirle a una mujer acepte la muerte de su hijo?
Mi chiquito, mientras paseaba por las cercanías del cerro nevado, embriagaba la exquisita fragancia de lavandas.
Ignoro qué podés mirar desde el universo.
Sería hermoso los mismos paisajes nos unieran, mediante su belleza eterna.
¿Estás muy lejos?
Te ruego aparezcas en mis sueños para contarme como es, ese sitio.
Deseo saber su crecen flores en medio de cada estrella
Quiero estar con vos.
Tampoco comprendo las negativas al respecto.
¿Podrás reconocerme si existiera la posibilidad de un reencuentro?
¿Cómo es el disco de la luna cuando no recibe los destellos de Helios?
Te amo y como siempre te pido, nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.


https://www.youtube.com/watch?v=aruSO2lJ4CU

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