Buenos días hijo de ni vida.
Encontrarte
es la misión encomendada por el
sentimiento más puro conocido como amor maternal.
No importa cuantos caminos deba atravesar
o cuantos mares deba cruzar para encontrar tu sonrisa, en esta ocasión
convertida en mi guía.
No puedo estar mucho más tiempo sin vos.
Es una
imperiosa necesidad tener la posibilidad de darte un beso.
Quiero verte
sonreír como antes, decirte de mi amor inacabable.
Cansa la
soledad.
Hastía esta rutina cimentada en el peor dolor.
Quiero
soñarte, no puedo.
Aparecen otros
estados oníricos donde creo podría
hallarte.
No tengo
precisión sobre la hora en que ocurrió.
Supongo que
ha sido en la madrugada.
Estaba a
punto de participar en una regata con destino a Maldonado, en la República Oriental del Uruguay.
Cada
embarcación poseía velas coloridas u la
bandera del país al que representaban.
Orgullosa
flameaba la de mi país en el velero que iría
como acompañante.
Todos
conocen mi terror al agua.
No se
asombraron cuando accedí a la invitación.
Conocen, encontrarte
es la misión.
Mañana
soleada, poco viento.
¿Respetaría
ese miedo incontrolable producido en territorio de Poseidón.
Las velas de
las naves eran coloridas. Agradables a la vista de los muchos que asistieron a ver la partida.
La bandera
de uno de los barcos llamó la atención.
Se trataba
de un paño transparente, flameando como las otras.
¿De dónde
sería originaria?
¿Por
qué fijé mi vista en ella?
¿Dónde
estaba la tripulación?
La brisa
suave la mecía como si se tratara de la cuna de un bebé.
Tomé los
binoculares para acercar la imagen.
A tres veleros
de distancia me pareció ver tu figura amada.
Deseaba
nadar hacia ese velero.
No pude
habían dado la orden de largada.
Tan cerca.
Tan lejos de
mí.
En aguas del
mar tu velero iba puntero.
Los
integrantes de nuestra tripulación te consagraban como ganador.
A diferencia
de otros veleros viajabas en soledad.
¿Por qué?
Nadie conoce
la respuesta excepto vos.
Cómodo
llegarías antes que nadie.
Ocuparíamos
el segundo puesto.
Las instancias
cambian rápidamente, en segundos cambiaste la dirección de tu barco.
En minutos
tu barco sería un punto en la inmensidad del mar.
Desesperada
te buscaba.
No me
importaban los aplausos consagrando al ganador, solo pensaba en vos.
En puerto
comenzaron las celebraciones.
Las lágrimas
nublaban mi vista.
A un lado
del muelle, alguien acompañado de una guitara entonaba una canción,
Quiero
compartir la letra con vos:
“Canción
marinera
de Evaristo
Ribera Chevremont
Una canción
marinera
ahora mismo
he de cantar
en la
amarilla ribera
de mi
bienamado mar.
Una canción
marinera
ahora mismo
he de cantar.
Luz dulce,
arenal maduro
y rocas
color marrón.
Mi corazón
en el muro
y el muro en
mi corazón.
Luz dulce,
arenal maduro
y rocas
color marrón.
Torno a
sentir el momento
que hace una
década fue.
Voy doblando
flor y viento,
agua y nube
con mi pie.
Torno a
sentir el momento
que hace una
década fue.
Azul lechoso
en la onda.
Lento, el
pelícano va.
En la tarde,
ya tan honda,
mi espíritu
triste está.
Azul lechoso
en la onda.
Lento, el
pelícano va.
Un barco en
el horizonte.
Punzándome,
la ansiedad.
En la
lejanía, un monte.
Junto a mí,
la soledad.
Un barco en
el horizonte.
Punzándome,
la ansiedad.
Una canción
marinera
ahora mismo
he de cantar
en la
amarilla ribera
de mi
bienamado mar.
Una canción
marinera
ahora mismo
he de cantar.”
Las
canciones marinas siempre son tristes.
En las regatas
es común se pierda alguno de los tripulantes en las profundidades del mar.
El dolor
persigue tanto a terrenales como humanos en cualquier espacio.
Tierra, aire
o agua son medios elegidos por la muerte para dar el manotazo fatal.
Nada la
detiene. A ella le digo no cesaré en mi búsqueda. Encontrarte es la misión.
Llegaré a
cumplirla en su totalidad.
Cuento con
la energía que recibo a diario de vos.
Nada me
importa más que encontrarte.
Carece de
sentido continuar en suelo terrenal si no te tengo.
Mi vida
entera, sos vos.
Por ello me
pone mal cuando seres insulsos, perturban muestra realidad.
Es posible
sea imperfecta.
No obedece a
los cánones tradicionales.
Nunca fue
elegida por nosotros.
Deseaba
fueras vos quien me despidiera a mí.
Es una
locura haya sido a la inversa.
Desde
entonces pregunto a Dámocles. cuando
dejará caer su espada en mi cuerpo.
Espero su
respuesta.
Demora demasiado
en contestar.
Crece la
desesperación.
No depende
de mi el viaje final.
Te pido me
ayudes a llegar a vos.
No veo la
necesidad de colocar más obstáculos o establecer nuevas dilaciones.
¿Para qué?
No es lícito
retener a una persona donde no desea estar.
Es terrible
seguir en absoluta soledad.
Puedo estar
rodeada de una multitud.
La
soledad es el eje central de esta
existencia. Nunca solicitada por mí.
Te amo hijo
querido.
¿Cómo hago
para que mis sentimientos lleguen a tu hábitat?
Quiero ser
luz en tu oscuridad.
Continuidad
de tu esencia.
Ayudame a
llegar.
Hijo de mi
vida, solo estando juntos, podré desalojar la tristeza invasora, desde tu ausencia.
Hijito nunca
olvides cuanto te quiere mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=f-arWQ5ZHgc
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