Buenos días
hijo de mi vida.
Produce
placer visites estos contactos de manera fugaz y amorosa.
La imagen
que antecede este enlace la tome de la galería de tu celular.
Las guardo
como un tesoro.
Fueron
tomadas para esta época, en una
provincia del centro de nuestro país.
Pasábamos un fin de semana largo.
Allí los
inviernos son templados.
El agua
quieta asemejaba un espejo, entre las rocas.
No pudiste
concretar tu afición, por la natación.
En cambio
seleccionamos las aerosillas del lugar.
Suspendidas
en el aire cruzaban de un cerro al otro.
Ello
permitía extasiarnos con la belleza del
lugar.
Sumado al
silencio de las alturas, el estado era de paz absoluta.
La
contemplación de la naturaleza era uno de nuestros ejercicios preferidos.
El árbol de
hojas amarillas nos miraba a los dos, alentándonos a disfrutar.
Reniego
referirme a vos en tiempo pasado.
Estás aquí
envuelto en las hilachas de un alma.
Puedo
visualizarte con los ojos del corazón.
Motivo más
que suficiente para no regresar a esos lugares de ensueño que nos vieron
sonreír.
¿Qué haría
sola en un lugar tan bello, vestida de soledad?
No
apreciaría nada.
Las lágrimas
nublarían la vista.
Ante tu
dolorosa ausencia, decidí no visitaría
nunca más, los espacios en los que la felicidad fue nuestra compañera.
Ese vocablo
no está incorporado a mi léxico.
Jamás podría
tener semejante sentimiento si no estás aquí.
La vida
cambió para todos los que te queremos de verdad.
Renazco a
diario cuando puedo establecer estas conexiones.
Te quiero
tanto.
Muchas veces
ignoro como expresarlo.
Tengo la
certeza por conocer tu esencia, podés comprender la desesperación que significa
no tenerte.
La
imposibilidad de darte un beso como antes es una crueldad.
¿Cuándo
volveremos a estar juntos?
Es difícil
continuar, sabiendo estás en un punto del universo al que por ahora no tengo
acceso.
¿Lo tendré
alguna vez?
Hijo deseo compartir con vos las letras de un
poema, que se adapta a la descripción del enclave visitado, correspondiente a
la provincia de Córdoba.
¿Leemos?
“Paisaje.
Poema
clásico de García Lorca.
La tarde
equivocada
se vistió de
frío.
Detrás de
los cristales
turbios,
todos los niños
ven
convertirse en pájaros
un árbol
amarillo.
La tarde
está tendida
a lo largo
del río.
Y un rubor
de manzana
tiembla en
los tejadillos.
Autor:
Federico García Lorca
Con cuanta
facilidad el poeta sabe capturar el corazón de sus lectores.
En la
sencillez está la inteligencia.
Soy de las
humanas devoradoras de libros.
Antes leía
todo aquello que llegaba a mis nanos.
El tiempo me
enseñó a desechar a los poetas que utilizan un lenguaje que solo comprenden
ellos, o son demasiado localistas.
Buscar en la
red qué quiso decir, dispersa la lectura.
Algunos que
alcanzaron el galardón del Premio Nobel, escriben de esa forma.
No son
malos, dispersan al lector.
Por ello
decidí no volver a leerlos.
Querido hijo
¿Se puede desarrollar alguna actividad en tu hábitat?
¿Todo es
quietud?
No te
imagino inactivo como en el sueño que tanto perturbó mi corazón.
Acostumbrado
a estar entre mucha gente, la soledad no es llevadera.
Preciso me
ayudes a llegar a vos prontamente.
En suelo
terrenal poco tengo que hacer.
Es incomodo
permanecer en espacios inapropiados.
Sola no
puedo.
Quiero te
conviertas en mi guía por esos senderos
de la eternidad.
Hijo querido
te amo con desesperación.
Te extraño.
Nadie me
enseñó a vivir son vos.
Como todas
las mañanas te pido, nunca olvides cuanto te quiere mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=S_9KHiPg0AA
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