Sunday, August 15, 2021

HACIA VIS



Buenos días  mi tesoro.

Esperando el sol se lleve la humedad.

Quiero contare un sueño, estaba en una zona boscosa de  un lugar tan solitario como desconocido. La cobertura de los peldaños de una escalera infinitamente alta, deduje podría estar visitando  a nuestro amigo querido.

Siempre que intercambiamos audios te recuerda  con mucho cariño y respeto.

Con su familia está a la espera se concrete su pase hacia Suiza o Francia.

Será cuando pase la pandemia.

La escalera en cuestión, está cubierta con pequeñas mayólicas.

Colocadas de manera estratégica  formaban dibujos  exóticos.

Llegaban hasta la copa de los árboles.

Más arroba no se sabía si tenían  continuidad.

Esas construcciones las había observado con antelación  en algún lugar de España.

No puedo precisar cuál es.

En los sueños los espacios se distorsionan, los sitios también.

Luego de la mitad del ascenso, un pequeño cartel indicaba si te tomaba hacia la izquierda llegaríamos a la época del Romancero español y de allí un pequeño sendero, comunicaba con otra escalera que ascendía a los cielos.

Ese, era el  lugar que me importaba.

Roguéme dieras suficiente energía para llegar y darte un beso.

Uno de los tantos que tengo guardados para vos.

Enclave donde un joven recitaba la poesía que recién, concluía de escribir.

El rosytp amiñado me resultaba conocido-

Recuerden en los sueños los años pueden mezclarse.

Asombrada oí una parte de una poesía de Federico García Lorca:

 

Romance sonámbulo

 

Verde que te quiero verde.

 

Verde viento. Verdes ramas.

 

El barco sobre la mar

 

y el caballo en la montaña.

 

Con la sombra en la cintura

 

ella sueña en su baranda,

 

verde carne, pelo verde,

 

con ojos de fría plata.

 

Verde que te quiero verde.

 

Bajo la luna gitana,

 

las cosas la están mirando

 

y ella no puede mirarlas.

 

 

 

Verde que te quiero verde.

 

Grandes estrellas de escarcha,

 

vienen con el pez de sombra

 

que abre el camino del alba.

 

La higuera frota su viento

 

con la lija de sus ramas,

 

y el monte, gato garduño,

 

eriza sus pitas agrias.

 

¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde?

 

Ella sigue en su baranda,

 

verde carne, pelo verde,

 

soñando en la mar amarga.

 

 

 

-Compadre, quiero cambiar

 

mi caballo por su casa,

 

mi montura por su espejo,

 

mi cuchillo por su manta.

 

Compadre, vengo sangrando,

 

desde los puertos de Cabra.

 

-Si yo pudiera, mocito,

 

este trato se cerraba.

 

Pero yo ya no soy yo,

 

ni mi casa es ya mi casa.

 

-Compadre, quiero morir,

 

decentemente en mi cama.

 

De acero, si puede ser,

 

con las sábanas de holanda.

 

¿No ves la herida que tengo

 

desde el pecho a la garganta?

 

-Trescientas rosas morenas

 

lleva tu pechera blanca.

 

Tu sangre rezuma y huele

 

alrededor de tu faja.

 

Pero yo ya no soy yo,

 

ni mi casa es ya mi casa.

 

-Dejadme subir al menos

 

hasta las altas barandas,

 

¡dejadme subir!, dejadme

 

hasta las verdes barandas.

 

Barandales de la luna

 

por donde retumba el agua.

 

 

 

Ya suben los dos compadres

 

hacia las altas barandas.

 

Dejando un rastro de sangre.

 

Dejando un rastro de lágrimas.

 

Temblaban en los tejados

 

farolillos de hojalata.

 

Mil panderos de cristal

 

herían la madrugada.

 

 

 

Verde que te quiero verde,

 

verde viento, verdes ramas.

 

Los dos compadres subieron.

 

El largo viento dejaba

 

en la boca un raro gusto

 

de hiel, de menta y de albahaca.

 

-¡Compadre! ¿Dónde está, dime?

 

¿Dónde está tu niña amarga?

 

¡Cuántas veces te esperó!

 

¡Cuántas veces te esperara,

 

cara fresca, negro pelo,

 

en esta verde baranda!

 

 

 

Sobre el rostro del aljibe

 

se mecía la gitana.

 

Verde carne, pelo verde,

 

con ojos de fría plata.

 

Un carámbano de luna

 

la sostiene sobre el agua.

 

La noche se puso íntima

 

como una pequeña plaza.

 

Guardias civiles borrachos

 

en la puerta golpeaban.

 

Verde que te quiero verde,

 

verde viento, verdes ramas.

 

El barco sobre la mar.

 

Y el caballo en la montaña.

 

 

 

Pero yo ya no soy yo,

 

ni mi casa es ya mi casa

 

dejadme subir al menos

 

hasta las altas barandas.

 

 

 

Compadre, quiero morir,

 

decentemente en mi cama.

 

De acero, si puede ser,

 

con las sábanas de holanda.

 

 

 

Compadre donde está dime,

 

donde está esa niña amarga

 

cuantas veces la esperé

 

cuantas veces la esperaba.”

 

 

 

Autor: Federico García Lorca”

 

Semejantes letras ayudaron a que apurara el paso para llegar a tu cielo.

No estaba para nada cansada.

Recordaba  el poema de un grande ubicado en los años del Romancero Español.

Ahora comprendía el motivo de las mayólicas del inicio de la escalera.

Atractivas para  seguir hasta el final

Mi anhelo era cumplir el derrotero.

Conocía no era una tarea fácil.

Los desafíos, jamás lo son.

Querer arribar a tu hábitat para abrazarte, como antes.

Solo pensar en nosotros dos.

Intentar recuperar algo de estos casi seis años.

Escuchar nuevamente tu risa o sumergirme en la profundidad de tu mirada.

Extasiada bucear en tu alma.

Retomar el camino del amor  entre madre e hijo.

Nunca debimos permitir se interrumpiera.

¿Cómo   hacerlo si no sabíamos de la injerencia de la muerte?

Estar juntos es nuestra prioridad.

Seguí el ascenso con las ilusiones intactas.

Abruptamente, los peldaños de la escalera se interrumió.,

Había llegado alto.

No alcanzaba para fundirnos en un abrazo.

Mi cuerpo estaba rodeado de estrellas.

Mi corazón se había trasformado en una rosa con espinas quejumbrosas.

Lloré con amargura,  semejante frustración.

No la esperaba.

Mantuve  la esperanza que en esta ocasión el encuentro no fuera esquivo.

La alarma del teléfono me sacó de ese sueño tan aciago.

Miré en derredor.

Nada había cambiado.

Mi refugio estaba más silencioso que otras veces.

¿Por qué?

¿Jamás existirá

el reencuentro?

¿Por qué la vida?

¿Por qué la ausencia?

Necesito ayuda para llegar a vos.

No es fácil continuar en este estado de incertidumbre.

Quiero verte para contarte de mi gran amor hacia vos.

Decirte sos  el mejor hijo y amigo.

Nunca te borraste de los espacios de otros, menos cuando no te asistóa la razón.

¿Esos te quisieron?

Si mi cielo, solo por interés.

No sufras ante evidencias tan nítidas.

Quieb traiciona una vez, no tiene palabra y menos sabe honrar un sentimiento.

Alguien será el encargado de juzgar la fiereza sin razón.

Esa actitud intentando amendrentar a quien lo puede dar vuelta.

Querido intentemos sepultar el daño gratuíto.

Con los débiles se ensaña el agresor monoeuronal.

Tesoro sabemos nuestro amor es inconmensurable, te llevo siempre atado a un corazón.

¿Por qué nadie me enseñó a vivir sin vos?

No es posible.

Nunca pensé los designios del destino tenían preparada tanta soledad para mí.

Te amo hijo querido, por ello no me cansaré de pedirte, nunca olvides cuanto te quiere mamá.

 

 

https://www.youtube.co m/watch?v=Xg2KzMP3mEI

 


 

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