LATIENDO AL UNÍSONO

Buenos días tesoro de mi alma, ayer por la tarde fui a una escuela de dibujo. No te asustes no voy a aprender a dibujar, admiro a quienes lo hacen más soy incapaz de dibujar un trébol, Las autoridades del municipio abrieron para clases presenciales la escuela de bellas artes que está muy cerca de tu antiguo colegio. Los alumnos que se reciben este final de año tienen clases presenciales. De esa forma los pueden evaluar. Han modificado el salón más grande para así respetar los protocolos por el aislamiento social obligatorio. Mampáras. de acrílico forman amplias cabinas donde los alumnos pueden desarrollar el arte que han elegido. Los visitantes pasan en grupo respetando la distancia social. Separa las cabinas del alfombrado por donde pasamos un cordón estrictamente controlado por personal de seguridad. Quien nos guiaba nos invitó a otro salón, donde a través de pasmas de generosas dimensiones, se podía observar cómodamente sentados de manera separada el trabajo de los alumnos. Para no perturbar el examen final no se les mencionó el anexo desde donde observábamos cada trazo. Es increíble el trabajo de los jóvenes. La mayoría sabía, el trabajo que debería exponer. Unos pocos comenzaban con un dibujo para luego arrancar la hoja y comenzar con otra obra. No debe resultar fácil dibujar con carbonilla. Como estaban desocupados varios plasmas, elegí uno alejado lindante con el jardín de la sala. Pese a que existen varios indicadores para mantener silencio, los murmullos no son agradables. Con trazo firme Luciano dibujaba algo que a simple vista, parecía un corazón exótico. Pasado un largo rato terminó una obra con la que seguramente aprobaría con una nota alta. Si de mi dependiera influiría para que le dieran la máxima puntuación. El dibujo eran dos puños tomados fuertemente de la mano, ello formaba un corazón al que había agregado venas y arterias. Una obra fascinante y fuera de lo común. Luciano aprobó como imaginaba. Precisaba hablar con él. Fuimos a la cafetería. Mientras el bebía café y yo hacía jugo de pomelos le pregunte cuando comenzó a trabajar pues quería contratarlo para tener una réplica del corazón. De ser posible que fuera el ensamble de tu mano y la mía. Encantado aceptó. Vino a visitar el refugio pues le comenté acondicionaría un espacio para que dibujara sin que nadie lo molestara. Cuando vio una de tus tantas fotos exclamo “Tiene cara de buen chico” Comenzaría al día siguiente en el balcón que tiene el altillo. Afortunadamente solo está guardada tu bicicleta que nunca regalaré y otros objetos de poca importancia. Cuando bajamos le serví un café- Quiso sentarse en la mesa de la cocina. Según él, es más alegre y puede ver el jardín posterior. En su agenda anoto los materiales que precisaba, realizó el gasto de los mismos para que le diera el dinero. Pregunté por qué había elegido el altillo su respuesta con la mirada muy triste fue “Para estar más cerca de dios”. Se quedó charlando un rato más, cuando terminara el trabajo vendría a entregarlo con Lila, su novia desde la escuela primaria. Le pedí me avisara con un día de anticipación para preparar algo rico para cenar. A los pocos días apareció la pareja, Lila es bellísima. Hace honor a su nombre. Tiene un embarazo avanzado. Cuando hablan del bebé por venir se emocionan. No conocen el sexo del ser que alumbrará en aproximadamente un mes. Expreso me resulta extraño no sepan el sexo de su hijito. No debí preguntar. Los ojos de ambos están velados por las lágrimas. El hijo anterior nació con anencefalia y solo sobrevivió unas horas. No dije que podía haber interrumpido ese embarazo. Ellos adivinaron mi pensamiento. “Llegamos hasta el final para conocer la cara de nuestro hijo. En el sanatorio recibió las aguas bautismales. Contrariado Luciano dice seguro que en el limbo no hay tantos ángeles como en el cielo por ello el papa Ratzinger lo eliminó.” Les tomé las manos a los dos. Brevemente recordé que no creo una palabra de quien representa a dios en la tierra y Benedicto está demasiado grande y por ello dicto esa bula ridícula. Ambos rieron con ganas. Dije, ahora llegó mi turno, quiero ver el cuadro. Nuestros puños están como si Luciano hubiera visto los tuyos. Forman asidos un corazón perfecto. Le agrego sobre la parte derecha una camelia pintada de color rosa pálido. Ahora eran ellos quienes me consolaban a mí. En casa decidieron que de nacer un varón llevará tu nombre. Nos abrazamos los tres. Pude experimentar que en la vida además del dolor profundo que provocan las tragedias como la nuestra, también nos regala ilusión. La mío no ha cambiado, es poder soñarte. Verte corporizado para darte un beso. Decirte una y mil veces siempre tenés la intensidad de mi amor. Estar juntos sin más demoras carentes de sentido, pedirte como siempre, nunca olvides cuanto te quiere tu mamá. https://www.youtube.com/watch?v=XFOTpeOwhbE