Buenos días hijo querido.
Te saludo en una mañana diáfana, el sol brilla en plenitud,
sin ser opacado por ningún celaje, capaz de ocultar sus dorados destellos.
Recordándote siempre con amor.
Ayer por la tarde me invitaron a recorrer parte del Delta
del Río Paraná, abordamos un pequeño crucero de color blanco que contrastaba
con el espejo de agua de tono marrón.
El verde del follaje de las plantas firmaba un ensamble
perfecto, para quienes deseamos soñar en libertad absoluta, tal como los
habitantes de las diferentes islas.
Algunos predios están edificados.
Todos en la misma línea.
Estructuras de cemento sostienen la casa principal que está
apoyada sobre aquellos, con el propósito de prevenir las crecientes del río.
En todas las viviendas hay un muelle de madera donde al
atardecer, luego de la jornada laboral, quedan amarrados allí.
Un paisaje maravilloso que muchas veces recorrimos juntos,
admirando la belleza del lugar.
Una de las casa me impactó por su sencillez.
El muelle barnizado, esperando llegara el bote que vendría
minutos después dado que había ido a la ciudad a realizar trámites y adquirir
alimentos.
Si bien existe una lancha almacén, muchos prefieren comprar
en la ciudad.
La propiedad estaba repleta de flores cercanas al muelle.
Especies que durarán hasta que el río decida crecer.
Tomé varias fotos.
Una de ellas es la que antecede a este contacto capaz de
unirnos un poco más.
Nos sorprendió bajara de su casa, una mujer, quien desató la
soga, para poder desplazarse hacia donde la mujer quisiera.
Experta con el uso de los remos, comenzó a navegar con rumbo
a los brazos del río que aparecen en cualquier tramo de aquel.
El delta es un sitio especial para reflexionar.
Abstraerse en los pensamientos, evocando los momentos felices
de nuestras vidas.
Durante el viaje te llevé en el alma, donde estás tatuado
desde hace casi siete años de ausencia irreversible.
Evocar el pasado compartido produce confort.
En aquel tiempo solo caminar juntos nos producía felicidad.
Este estado ha migrado a espacios desconocidos por mí.
Por esa causa mi búsqueda no cesará.
Necesito encontrarte para darte un beso, uno de los tantos
que tengo guardados para vos.
Ansío ese momento sagrado para mí.
Quiero compartir otra realidad cerca tuyo.
Estoy preparada para partir cuando el destino disponga.
Espero no dilate el tiempo.
No es posible seguir esperando, sin saber cuándo ocurrirá
Para hoy elegí letras que refieren a las distintas
embarcaciones que se pueden utilizar.
Las dejo aquí imaginando podrás acceder a las mismas.
“Canción marinera
Autor: Evaristo Ribera Chevremont
Una canción marinera
ahora mismo he de cantar
en la amarilla ribera
de mi bien amado mar.
Una canción marinera
ahora mismo he de cantar.
Luz dulce, arenal maduro
y rocas color marrón.
Mi corazón en el muro
y el muro en mi corazón.
Luz dulce, arenal maduro
y rocas color marrón.
Torno a sentir el momento
que hace una década fue.
Voy doblando flor y viento,
agua y nube con mi pie.
Torno a sentir el momento
que hace una década fue.
Azul lechoso en la onda.
Lento, el pelícano va.
En la tarde, ya tan honda,
mi espíritu triste está.
Azul lechoso en la onda.
Lento, el pelícano va.
Un barco en el horizonte.
Punzándome, la ansiedad.
En la lejanía, un monte.
Junto a mí, la soledad.
Un barco en el horizonte.
Punzándome, la ansiedad.
Una canción marinera
ahora mismo he de cantar
en la amarilla ribera
de mi bien amado mar.
Una canción marinera
ahora mismo he de cantar.”
Tesoro de mi alma convertida en hilachas, quiero decirte
cuanto te amo y extraño.
Sentires que no se pueden dominar.
De haber realizado el paseo con vos seguramente hubieras
trabado amistad con ella y no tengo dudas, hubieses aprendido a remar.
Tu atracción por el agua, seguramente habría allanado el
aprendizaje.
En cambio yo, los hubiera esperado en el muelle hasta el
crepúsculo, dotando a la luna llena, de colores diferentes, mezclada con los
matices típicos del atardecer.
La salida de las estrellas mostrando su brillantez
rodeándola.
Paisajes soñados para que un hijo luminoso, comparta todas
las horas del día con su mamá.
Esa es una de las causas que me llevan a pedirte, me ayudes
a emprender el ascenso tan anhelado.
¿Cuál es la estrella donde se encuentra tu hábitat?
Preciso la señal, para mirar solo esa.
El hartazgo se suma a la soledad.
No estoy cómoda en suelo terrenal, sabiendo que la muerte te
convirtió en un ser solitario.
Nunca fuiste así.
Siempre estuviste rodeado de amigos o conocidos con los que
no hacías diferencia cuando necesitaban algo, aún cuando en algunos momentos delicados, no
dudaron en mostrar su mezquindad.
A los terrenales miserables la muerte no llega a
conmoverlos.
Querido mío como es costumbre en estas conexiones que me
llevan a pensar nos unen más que nunca, he de reiterar mi solicitud cotidiana.
Por favor querido mío con el amor que has generado en mi ser
te ruego nunca olvides cuanto te quiere,
Mamá
https://www.youtube.com/watch?v=9LNeGnFEwoY
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