Buenos días hijo querido.
Te saludo en una mañana soleada y fría.
Comencé a leer un libro atrapante, tanto que quité horas al
sueño, se titula “El coleccionista”.
El protagonista no colecciona obras de arte, tampoco los
objetos que se pueden pensar que haría un hombre de mediana edad para luego
exhibir en cualquier vidriera con el propósito
que otros puedan admirar parte de cualquier colección.
Es un hombre siniestro.
Se acerca a jóvenes adolescentes, en principio les enseña a
pintar cuadros.
Cuando aquellas
aprenden el arte de pintar, selecciona a las más delgadas para
introducirlas en frascos de cristal, en cuyo interior, arma un jardín,
intentado alejar cualquier sospecha.
Una vez dentro del recipiente, cierra la tapa de manera
hermética.
Solo cuenta con perforaciones para que puedan respirar y
pasarles un alimento especial para que sobrevivan.
En esa posición tan incómoda, es difícil de lograr.
Lamentablemente, en suelo terrenal existen seres
maquiavélicos que sienten placer al observar el sufrimiento de los demás.
Cuando la debilidad extrema se nota en las muchachas las
libera.
Comportamiento que no repara los daños óseos que produce en
sus víctimas quienes quedarán inválidas
hasta que la muerte las saque de esta dimensión.
El coleccionista fue denunciado por las prácticas realizadas.
Ningún abogado quiere tomar su caso, por lo tanto le
asignarán un defensor oficial.
Grande fue la sorpresa del defensor cuando realizó la
primera entrevista.
Sin saberlo se encontró
cara a cara con quien dejó a su hija en estado desesperante.
Una hermosa muchacha que fue asistida por cirujanos con la intención de volver a su lugar la
columna vertebral, caderas y miembros inferiores.
En una de las intervenciones, su corazón dejó de latir, no
respondiendo positivamente a las
maniobras de resucitación.
Pese al dolor, tomó el caso.
Lejos de buscar atenuantes, agregó agravantes.
Los integrantes del jurado pidieron la pena capital.
Dolorido el padre se acercó al juez, solicitando se permitiera
la declaración de otros padres en igual situación.
Según el criterio del letrado, la pena de muerte, era un favor para el imputado.
Se llamó a cuarto intermedio, hasta el día siguiente,
permitiendo declararan las otras víctimas del sadismo de un hombre que se comprobó no padecía
problemas psiquiátricos.
Era consciente del horror cometido.
Los jurados no podían comprender como un terrenal disfrutaba
del sufrimiento de tantas chicas.
Posterior a la deliberación de los doce integrantes del
jurado todos votaron por unanimidad fuera a prisión por el término de cien
años.
En otros países esas penas están previstas en el Código
Penal.
Pudiendo apelar, el profesional no lo hizo, su propia hija
había fallecido, pese a las operaciones a las que fuera sometida, su corazón no
resistió.
El coleccionista pasará el
resto de su vida en una cárcel de máxima
seguridad.
Solo podrá salir de su celda blindada una hora por día.
Hijo lindo para hoy seleccioné frases referidas a quienes se
dedican a coleccionar objetos normales, las dejo aquí para compartirlas con
vos.
“El auténtico coleccionista no está atado a lo que
colecciona sino al hecho de coleccionar. Susan Sontag
Le había hecho la corte por compasión (porque ella era
mujer), y por vanidad (porque él era hombre) y la mezcla de los dos
sentimientos había despertado el deseo adquisitivo del coleccionista de
trofeos, nada más. Paul Bowles
Ex militar, adicto a la forma física y coleccionista de
armas de fuego, no pertenecía al tipo que le gustaba a Judy, pero era abierto,
sincero, digno de confianza, por lo que podía trabajar con él.
Ken Follett
La necesidad del coleccionista tiende precisamente al
exceso, al empacho, a la profusión. Es demasiado...Y es lo suficiente para mí.
Alguien que vacila, que pregunta. ¿Necesito esto?
¿Es realmente necesario?, no es un coleccionista. Una
colección es siempre más de lo que sería necesario Susan Sontag
Me gusta depender un poco del azar: la exactitud numérica de
las estaciones de ferrocarril, la precisión de los barcos de vapor que llegan a
la hora y el día exactos no agradan a un poeta, ni a un pintor, ni incluso a un
simple arqueólogo o coleccionista como soy yo.
Gérard de Naval”
Hijo querido sos mi vida, mi propio sol.
Te amo y extraño con vehemencia.
No quiero seguir sin tu presencia.
Necesito con premura darte un beso que demuestre el amor
incondicional, que nos une.
¿Cuándo aparecerás en mis sueños?
Mi anhelo es visualizarte corporizado.
Deseo escuchar tu voz llamándome.
Es dura la ausencia del hijo y amigo fiel
¿Podrás reconocerme cuando llegue a tu hábitat?
¿Existirá el reencuentro?
¿Cuándo llegará ese momento tan esperado por mí?
Nada debo hacer en suelo terrenal.
Te pido ayuda para comenzar el ascenso rápidamente.
¿Podrías auxiliarme?
Como siempre en estos contactos mágicos que nos acercan un
poco más, he de reiterar mi pedido, por favor hijo hermoso, te rugo nunca
olvides cuanto te quiere,
Mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=3JWTaaS7LdU
No comments:
Post a Comment