BÚSQUEDA ETERNA

Chiquito de mi alma, cincuenta y dos meses nos separan físicamente.
Nunca, nadie podrá lograr esos efectos cuando sos el órgano más importante de mi ser.
No exagero.
Los latidos del corazón que me mantienen viva, vata a saber por qué jamás se parecerán al sentimiento que nos une.
Hace tantos meses, preparábamos la despedida de un odioso año.
Ni en sueños etílicos, pese a ser abstemia, imaginé sería el último que aproamos juntos.
Es complejo definir los arbitrios de la vida.
Te fuiste una luminosa mañana de agosto de dos mil quince.
Ni una nube opacaba el celeste del cielo.
Pese a ello a partir de tu último suspiro comenzaría a transitar los pasajes mas oscuros de esta realidad que muchos dicen se llama vida.
No es tal.
No es mi deseo entrar en controversia, sí pedirles una reflexión que será acompañada de una pregunta.
¿Tiene vida una madre que ha perdido al hijo de sus entrañas?
¿No les parece que si fuera una obra teatral sería una tragedia griega o un sainete del siglo XIX?
Ignoro el sitio donde debo encuadrarla.
Ninguna mujer que se jacte de haber traído a la vida puede imaginar en los sueños más disparatados que ese ser pequeño que la colmó de felicidad, puede partir de manera tan injusta como inesperada.
¿No han tenido el valor de llevarme a mí?
Mi hijo adorado conocía todos mis deseos.
Eramos hermanos siameses.
Al intentar separarnos, los cirujanos pocas veces salvan las dos vidas.
En este caso, entregaron a la muerte la vida del ser que más mamo en el mundo.
No era vos quien debía partir.
¿Quién se hace cargo de tamaña brutalidad?
¿Nadie?
Es una pena me recuerdan a los seres que en lugar de caminar, reptan para conseguir sus insanos objetivos.
¿Qué halla en la vida de un joven con futuro para llevárselo a la oscuridad eterna?
¿Por qué nadie se atreve a afirmar con pruebas, la existencia de otras vidas?
¿Existen o son las conclusiones de quien no ha dormido el tiempo suficiente?
¿Conocen algunos códigos de la vida terrena o trafican con el dolor que ocasionan?
No los comprendo.
Pese a los palos que coloquen en la rueda del destino, avanzaré hasta encontrarlo?
No deseo regresar de ese lugar misterioso donde se halla y nadie sabe a ciencia cierta el nombre que recibe.
¿Es el Edén o las puertas del averno?
¿Quién les otorgó poderes tan maléficos?
Ni piensen sucumbiré a sus miserias.
¡Estoy de pie!
Poseo la energía que me da mi hijo.
No quiero vivir en suelo terreno.
¿No se han dado cuenta.
Caminaré por un bosque de árboles altísimos.
Lejos de ellos aparecen los destellos de la luna.
Me han contado que después de atravesarlo, se encuentran los peldaños de la escalera que lleva al cielo.
¿Es el nombre del hábitat donde mora el alma de mi hijo?
¿Se trata de otra entelequia?
¿Por qué mienten?
Como toda madre que se precie de tal, con el mayor dolor cumplí con los deseos de mi hijo.
¿Para Ustedes es lo mismo un cuerpo que sufrirá el deterioro del paso del tiempo o un puñado de cenizas?
¿Pueden pensar por un momento en los sentimientos de una mamá cuando le entregan la urna de madera noble que dice contener las cenizas del ser que más ama en la vida?
¿Por qué me piden que me reponga cuando me he convertido en un despojo femenino?
¿Quiénes me leen podrían soportar ese momento tan cruel?
Les aseguro con certidumbre, no es posible.
Vi morir a mi hijo.
A los dos días me entregaron, sus cenizas en una urna.
Lo tuve treinta y nueve días en mi poder hasta que mi sobrina me advirtió con el máximo cariño, no siguiera reteniéndolo en el lugar que no correspondía al vuelo de las almas libres.
¿Cómo hice?
Entendí debía liberarte para que ascendieras al centro del universo.
Nunca sabré si ese espacio es cuelo.
Nadie ha regresado para certificarlo.
No creo en las palabras que se dicen sino en los hechos comprobables.
Es doloroso expresarse de manera tan cruda.
A mi hijo nunca le gustaron las palabras disfrazadas.
Si pudiera encriptar los recuerdos, lo haría.
Otro no para mis deseos.
Todo se me buega desde tu ausencia.
Ayudame a llegar a vos.
Deseo darte un beso.
¿Estos entes nunca recibieron muestras de cariño?
No quiero contar más días de ausencias.
Todas y cada una dejaron señales en mi alma cansada.
Las más importantes son las tuyas.
Has sido, hijo, hermano, compañero cómplice y amigo.
¿Puede pedirse algo más?
Sí.
Nunca bajaré los brazos ante esta búsqueda eterna.
Jamás me rendiré a los caprichos, del destino que nació muerto.
Te amo más que a mi vida.
Querido, necesito verte un instante.
Quedarme a tu lado sin ayuda no podré lograrlo.
Hijito por favor nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.

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