COMO UNA LÁGRIMA

Buenos días mi precioso.
Afuera la lluvia es moderada.
Pareciera que cada gota desea otorgarle protagonismo a quien la antecede o precede.
Armonía total.
Personalmente no puedo moderarlas para que cada una se convierta en protagonista.
Todas sabe, lo son de esta tragedia que nunca pensé vivir.
Sucedió.
En medio del llanto que parecía una vertiente en el cuenco de mis ojos, quisiste me pusiera de pie.
No deseabas para tu mamá, más dolor.
Lo habías dicho infinidad de veces.
No solo a mí
¿De donde sacaste tanta fuerza encontrándote al borde de la muerte para pedirle a tus hermanos del alma y a tu prima cuidaran a tu mamá?
¿Cómo se hace para ser un gigante cuando cuesta respirar?
Tus bellos ojos miraban chiquito.
Estabas cansado de tanto padecimiento.
Decreté no te irías de suelo terreno sin sonreír.
Sería solo para mí.
Estábamos solos tomados de la mano.
El enfermero de origen colombiano suplicaba con la mirada, te dejara ir.
No lo haría.
Habíamos pactado con el jefe del servicio médico sería sin dolor.
Solo me pidió no dejara de hablarte un solo instante.
Debía recordarte momentos señeros de nuestras vidas.
Te costaba sostener el celular en la mano.
Pesaba mil toneladas antes del final.
Decidiste apagarlo.
Me pedías durmiera a tu lado.
Después tendría tiempo.
Demasiado.
El invierno conociendo por experiencia los finales, era mi aliado.
Perdoname por mentirte en la hora.
Cuando solicitabas descansara, respondía sin soltar tu mano, era temprano y no estábamos cerca de una noche silenciosa, gélida.
Perfecta antesala del horror que aparecería.
No sé de dónde saque fuerzas cuando le pedí a la médica del horario nocturno cumpliera con la palabra empeñada por el jefe se servicio médico.
Salimos al pasillo.
Comento, saberlo.
Informó como corresponde que en el caso de inducirte a un estado de coma, no despertarías nunca más.
Por un instante les pido se pongan en mi lugar, sin victimizarse.
¿Qué hubieran hecho Ustedes?
Sin soltarte la mano comencé a contarte una historia en las que ambos.
Para un festejo del jardín de infantes con otra mamá, deberíamos transformarnos en clown modernos.
Amante de la perfección, son el solo objeto que estuvieras contento, le pedí a León el farmacéutico, del barrio, prepara una crema de color blanco para maquillar la cara,
En las perfumerías no se conseguía.
Quería estuvieras como siempre orgulloso de quien te trajo a la vida.
Las lágrimas las pinte con un lápiz para delinear cejar de color negro.
Los labios exageradamente rojos.
En aquel entonces reían.
Te gustaba esa historia durante las que mucho tiempo guardamos imágenes.
Después arribarían los momentos en los que te preguntaba por determinado álbum.
Por ejemplo el de la asunción de tu abuelo materno como el primer funcionario del municipio.
Cuando me preguntabas si tenía memoria sabía que dirías buscá las vistas allí.
Los originales no estaban.
Poco importaba ante a magnitud trágica de los episodios que se repetirían a posteriori.
Nunca pensé ni apresada por el mayor de los delirios, el destino me diría “Tenés un hijo muerto”
Arbitrario no consulta sus decisiones ilegítimas.
Creativo como siempre, se que esa era una de tus historias dilectas.
Como una lágrima estoy encerrada en ese cristal representándola.
Tengo roja nariz de clown.
No poseo historias alegres para contarte.
¿Cuán lejos estás?
Preciso imperiosamente darte un beso.
¿Uno solo es demasiado?
Entonces seres insensibles, me asiste el derecho de pedir mucho más.
Por ejemplo abrazar a mi hijo.
Decirle con un abrazo cuanto lo amo-
Estoy harta de tantas dilaciones sin sentido.
Quiero estar con vos.
No hay demasiado secreto.
Quiero romper los límites de las lágrimas que me contienen, para gritar mi libertad.
No pueden tenerme mucho más tiempo retenida.
Mi lugar no es este.
Hijito nunca dejes de esperarme.
Llegaré.
No soy la dueña de tiempos imperfectos.
Por favor mi tesoro, nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.

https://www.youtube.com/watch?v=vQB3QtvPhPQ


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