Thursday, December 12, 2019

DOS MÁSCARAS, UN DESTINO



Buenos días vida mía.
Una de tus pasiones ha sido el teatro y su mística.
Tu enorme pasión eran las obras musicales.
Juntos presenciamos varias.
En cada una tus clases con el profesor de canto, con una música tan hermosa que propiciaba la elevación de las almas.
Sentías placer al encontrar los tonos exactos para que la entrega fuera brillante.
Siempre perfeccionista.
Buscando musicalizar este enlace tan nuestro la encontré.
Todas las emociones afloraron al mismo tiempo.
No pude evitar comenzaran a rodar las lágrimas.
No sé si donde estás ahora podés cantar o escuchar la música componente de tu esencia exquisita.
Como todas las artes el teatro nació en la cuna de la cultura.
Grecia, en la edad de oro.
El dios venerado para esa expresión artística fue Dionisio, nacido de la unión de Zeus y Sémele.
Principal dios del Olimpo igual que su padre.
Lograba llevar al extasis a los espectadores cuando interpretaba tragedias, dramas o pasajes de la vida que hoy son conocidas como comedias
Dúctil, mágico, podía interpretar sin tener un libro preestablecido.
Allí radica la maestría, cautivar a quienes lo presencian con el ejercicio de la palabra.
Si bien en la actualidad cada actor tiene su propia impronta, cuentan con un libro o argumento.
Las obras pueden durar años, pero siempre mantienen el espíritu del autor.
Esa es la diferencia con Dionisio.
Todos conocemos que el teatro está representado por dos máscaras.
Una posee una sonrisa resplandeciente.
La otra la mueca de la tragedia o la tristeza.
Si tuviera que elegir aquella que nos representara a los dos, sin dudas optaría por dos máscaras serias.
No tenernos desde hace tanto tiempo, logró la risa se apartara de mi vida.
¿Podés sonreír en tu hábitat?
Nos pasaron demasiadas cosas.
El destino nos asesto los peores golpes.
A vos trayéndote el padecimiento, a mi las horribles secuelas de tu muerte.
Ninguna madre piensa ni en el peor de los sueños responder cuando le preguntan por su hijo, está muerto.
Tortura que durará hasta el fin de mis días que espero no se dilate en el tiempo.

Todo lo hicimos juntos.
Podríamos emular a Dionisio, tener dos máscaras teatrales signadas por el mismo destino.
No precisaríamos texto previo.
Solo recordar cada minuto compartido.
Los buenos que afortunadamente fueron muchos y los desdichados donde ambos conocíamos el final de la tragedia aún cuando lo calláramos para no hacernos daño.
¿Qué sentiste sol de mi realidad, hoy sombría, al conocer tu final precipitado, prematuro?
¿Esa decisión de esquivar la muerte, fue correcta o una torpeza?
Muchas veces siento culpa.
Nuestra relación de hijo mamá era demasiado empática.
Imaginar futuro cuando sabía que el mismo era una utopía agrega amargura al dolor.
¿Nos hubiéramos sentido mejor de haber conversado todo?
¿Alcanzaron las señales que fuimos dejando en ese corto camino?
No puedo adjetivar los sentimientos encontrados.
Otras veces hablando conmigo misma digo fue la decisión correcta.
¿Para qué mortificarte si existía una remota esperanza?
Ambos conocíamos nuestras realidades.
Jamás creímos en entelequias.
A verdad, el deterioro era demasiado evidente.
Solo terceros pueden opinar sobre el camino elegido por ambos.
Evitar agregar daño a lo irreparable.
En esos momentos de locura indescriptible, nació mi axioma o latiguillo verbal: “Los hijos no deben morir”
Somos nosotros quienes debemos despedirnos.
¿Por qué en nuestro caso todo se dio al revés de reglar preestablecidas?
¿Tanta luminosidad se necesitaba en ese sitio que estás ahora?
¿Por qué el paso de Cronos es tan horrible?
Lo veo arrastrando una pesada bolsa del mismo color que su raída túnica.
Entiendo soy la destinataria del contenido.
Es un ente raro.
Arrastrándose por el peso de los años, siempre se reúne con Tánatos en el mismo sitio.
¿Será ese lugar donde se supone guardan los seres yacientes que van eligiendo sus próximas víctimas?
¿Cuál será el criterio utilizado en el momento de hacerlo?
Si tuviera que buscarle una justificación al fin de la vida, debería ser para aquellos terrenales donde la ciencia nada puede hacer más nada por ellos.
Quizás esté equivocado mi razonamiento.
Al poseer tantos dilemas sin resolución, muchas de mis creencias o viejas leyendas se han esfumado.
Tampoco realicé demasiado esfuerzo para recuperarlas.
Nada te devuelve a la vida.
Lo sé.
No padezco de necedad.
Son injustos al no ayudarme a partir, sabiendo que estoy en suelo terreno en contra de mi voluntad.
No tengo dudas que estos temas son padecidos por muchas mamás que han pasado por circunstancias parecidas.
No me victimo.
Comprendo no soy la única.
No conozco a ninguna que haya podido recuperar la sonrisa plena.
Menos la que encontró resignación a la pérdida.
En ellas incluyo a las mamás que hace tiempo han perdido a sus hijos.
Los lloran como el primer día.
Estamos acostumbrados a sufrir dolores.
Ninguno de ellos puede compararse con el horror de la partida de un hijo.
Deberían, esas energías especiales en las que muchos creen demostrar su misericordia, propiciando los trámites para irse no sean tan extensos.
¿Para que nos quieren donde no deseamos estar?
Querido mío, dos máscaras para un solo destino nos unirán siempre.
No necesitamos texto.
Solo contar aquello que sentimos.
Te amo más que a nadie en el mundo.
Por favor no olvides cuanto te quiere tu mamá.

https://www.youtube.com/watch?v=4-L6rEm0rnY






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