Saturday, May 16, 2020

AQUELLAS PALABRAS



Buenos días duelo de mi dolorosa realidad.
El aislamiento sanitario obligatorio ahora un poquitín más flexible para que los más chiquitos puedan salir a mirar ese sol que solo dibujaban una cartulina, se hará realidad.
¿Qué pensarán los locos bajitos como decía el poeta y canta autor Joan Manuel Serrat del confinamiento que no comprenden?
¿Qué sensaciones tendrán cuando sus padres le coloquen el barbijo para caminar n más lejos que cinco cuadras de sus domicilios?
Siempre nos centramos en las dificultades de los mayores.
¿Han pensado que esta pandemia mortal será una marca en los recuerdos de millones de niños en el mundo?
¿Quién la provocó?
No se sabe ni nunca por intereses que nos exceden se sabrá la verdad.
Si estuviera en la dirección de la Organización Mundial de la Salud, su director debería haber renunciado de manera indeclinable.
En primera instancia culparon a un mamífero de aspecto desagradable como los murciélagos.
¿Ocultaron datos?
A continuación se responsabilizo a dos laboratorios asiáticos.
Miles de muertos inocentes pasaron en el medio.
Un mes más tarde el mismo personaje volvió con el tema de los murciélagos.
¿Cuál es la verdad?
Nunca la conoceremos pues los intereses son demasiado grandes.
Es penoso que la humanidad luego de sucesivas pestes no haya aprendido nada.
Para el memorioso, el cambio de discurso es una afrenta.
Personalmente recuerdo todas y cada una de las palabras vertidas por el director de la salud mundial.
Señor ¡No subestime mi intelecto!
No se lo permito a nadie, lejos de importarme el cargo que ostente.
Su dios está
en lo alto mirándolo.
No seré quien lo juzgue.
Su conciencia le debe pesar.
Querido hijo de mi alma destruida, ayer estaba pensando en aquellas letras que todas las mañanas siento la necesidad de intercambiar con vos.
Cuando eras parte del suelo terrenal también escribía para vos, que fue quien descubrió uno de mis primeros cuentos en uno de los diarios más importantes de nuestra patria.
Aquellas letras fueron cambiando con el correr del tiempo.
Al principio describían todos los paisajes que recorrimos juntos.
Nuestro estado emocional.
Risas hasta que nos doliera la panza.
Complicidades que el tiempo determinó eliminar de un plumazo.
Aquellas palabras no se parecen a las que comenzaron hace casi cinco años.
Oximoron.
Son las mismas al ser otras.
Las primeras nacieron acompañadas por felicidad.,
Después del horror de tu partida cambiaron.
Nunca nadie se atrevió a responderme ¿Por qué tengo un hijo muerto?
Ni en el sueño más loco te hubiera imaginado asó.
Los hijos no deben morir.
Como alguien que ha perdido la cordura a diario me pregunto si uno de mis besos te podría despertar.
Una entelequia.
Eso ocurre en los cuentos para las niñas.
Llega el “Príncipe azul” y con un beso despierta a su enamorada.
No pertenezco a la nobleza.
Soy una madre que hace casi cinco años llora la muerte de su hijo.
¡Cobardes!
¿Por qué se llevaron al más débil?
¿Acaso no vieron estaba yo sosteniéndole la mano para alejar el terror que le tenía a morir?
Una cosa es saberlo por anticipado, algo que ocurrió entre nosotros y decidimos callarlo para no herirnos.
Otra muy diferente es sentir que la muerte solapada se acerca para arrancarte al ser que más amaste en la vida de un manotazo cruel.
Aquellas
Letras no se parecen a las de hoy, emergiendo desde el llanto visceral.
Mi hijo no quería ver llorar a su mamá.
¿Cómo se hace para evitarlo?
Aquellas palabras no son las de hoy.
Las actuales están manchadas con la sangre que mana del alma.
De ella quedaron hilachas.
¿Es posible recomponerlas?
No.
Mi hijo no regresará nunca más a la vida.
Tampoco tengo la certeza de volver a mirarlo alguna vez para darle un beso.
¿Cómo se componen los besos marchitos?
¿Saben que llegaron a esa instancia por ni haber sido depositados en la mejilla de su destinatario?
Sean francos una sola vez en sus existencias.
¿Para qué me retienen en suelo terrenal?
¿No he dado muestras acabadas de no querer estar viva?
¿Están propiciando
busque, el atajo del suicidio?
Pierden energías.
Me sobran los elementos para concretarlo.
No lo haré.
¿Quieren saber por qué?
Mi hijo me odiaría al ver que quien lo trajo a la vida es capaz de vulnerar su memoria.
¿Pueden entenderlo?
Aquellas palabras que antes mis provocaban risa se ha convertido en un estigma lacerante.
Mi vida no es fácil.
Le falta energía que brindaba mi descendiente para seguir.
Aquellas palabras pueden tapizar una pared.
Nada cambiará el dolor que tengo en mi ser.
El dueño de las siete letras más hermosas del mundo que conforman su nombre no está aquí.
¿Podré encontrarlo alguna vez en otro plano?
Aquellas palabras con un sacudón me traen al mundo real.
“Tu hijo está en algún espacio, no podemos decirte lo vayas a encontrar.
¡Piensa!
Algún
integrante de tu familia chiquita pudo reencontrarse con un muerto.
Es hora de aceptar la desaparición de tu hijo”
Nunca lo haré.
Estoy rota en mil pedazos.
Ello no incide para que abandone la búsqueda.
Muerta seguiré con mi lucha.
Si no pudiera hallarlo desde donde esté gritaré al mundo de los mortales las mentiras que nos transmiten,
Allanen mi camino.
Hijito, aquellas palabras, no se parecen a las de hoy.
La desesperación cubre mi existencia.
¿Cómo decirte que te amo cada día más?
¿En qué lugar puedo encontrar adjetivos nuevos para mostrarte mi amor incondicional?
¿Has podido, en el lugar que estás recordar mi imagen?
¿Los muertos pueden conservar los sentimientos?
¿Ha cambiado tu amor hacia mí?
No sé preguntar de otra manera.
Lo hago no con aquellas palabras sino con las de hoy.
No me enseñaste a vivir sin vos.
Deseo como nadie ocupar tu lugar.
Te amo hijo.
Por piedad nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.


https://www.youtube.com/watch?v=sev2A5P_IwA

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