Monday, May 18, 2020

CREPÚSCULO AZUL



Buenos días alma mía,
Hoy un poco más tarde
Los días son monótonos, cargados de la tristeza más grande que puedas imaginar.
Es difícil vivir solo recordándote.
Mi utopía, esa que deseo cristalizar es darte un beso.
Pudimos despedirnos sin decir que partirías en pocas horas.
Fueron quince días traumáticos donde la única celebración era sostener tu mano rogando al universo no te durmieras para siempre.
La suerte esquiva no me acompañó.
En esa delgada línea que divide la vida de la muerte estabas vos.
Solo hizo falta que una brisa imaginaria hiciera que volaras con las alas desplegadas muy lejos de mí.
Tanto que ese sitio recibe, el nombre de eternidad.
Una contraposición del destino.
Sin comprender muy bien su egoismo, ambos supimos que tu paso por la vida sería efímero.
¿Era necesaria tu luminiscencia en ese espacio eterno?
No tengo potestad para perdonar o ser indulgente con esos seres que deberían haberme llevado a mí.
Es labor de los otros si esos otros existen en algún lugar.
A esta altura de las circunstancias el dolor es tan enorme como las dudas que en lugar de disiparse se agigantan.
Es indescriptible transferir los sentimientos a cualquier interlocutor.
El alma se convierte en hilachas.
En ocasiones suelo pensar que podrían estrangular las mínima parte que no llegó a romperse.
No ocurre.
Tal vez es un pensamiento desafortunado, más como siempre escribo aquello que siento, no me gusta enmascarar las palabras para que no se lean con atisbos de crueldad.
¿Existe acto más cruel que llevarse a un hijo amado?
Pienso en adornar cada grafema pero no encuentro el modo de hacerlo.
Puede que hiera la sensibilidad de algún lector.
Como vivo anestesiada por las consecuencias de la tragedia, siempre escribo aquello que pienso.
Antes mis relatos eran otros.
Con las historias ocurrentes detrás de los espejos volaba tu imaginación para cometer travesuras detrás de un espejo.
Siempre sentí placer y amor infinito al escribir para vos.
Ahora.
No, no es ahora.
Desde tu partida mis musas están tristes y no pueden recrear aquellas historias.
Ante la escalofriante realidad, sale esto que pueden leer.
Los crepúsculos otoñales duran instantes.
Las sombras de la noche aparecen rápidamente tiñendo todo de azul.
Ayer fue un día casi estival.
Las plantas están desorientadas ante la impronta del invierno que no se decide, llegar.
En este instante que vive la humanidad toda, a nosotros nos coviene, la estación más fría del año, esté un poco lejana.
Tengo por costumbre encender las luces de mi refugio antes del crepúsculo azul.
No me gusta la oscuridad.
Pienso en la que atravesás y el corazón se convierte en un puño pequeño.
Solo queda espacio para alojar tu memoria.
La imagen que ves corresponde al patio del fondo.
Los sillones no los conocés, siempre que adquiero algo, así se trate de un mantel individual, te incluyo.
Lo hago desde hace casi cinco años.
Continuaré hasta que decidan qué hacer con este ser.
Cada día más semejante a un despojo.
¿Por qué?
No siempre recibo la misma cantidad de energía que me hacés llegar.
Seguramente la distancia tiene mucho que ver.
He cambiado muchos hábitos.
Cada paso que doy lo ejecuto pensándote.
Es inevitable.
En esos sillones, el de la derecha suelo sentarme durante el crepúsculo azul.
Las hojas de las plantas, parecieran recién lustradas, adquieren esa tonalidad.
¿Será por que así pienso puede ser el universo que te contiene?
Por cada especie pasó tu mano,
No estarían tan brillantes si no fuera así.
Si del cielo se cuelga la luna, no preciso encender las luces del interior.
Es posible soñar más cerca de la realidad.
Suelo derramar lágrimas, cuando pienso no tenés a nadie que pueda contener en la tibieza de un abrazo.
Quisiera pensar que quienes te antecedieron en el camino y también quien marchó después, son los encargados de mimarte como lo hacía yo.
Tu soledad hace trizas de mi corazón.
¿Por qué produjeron gratuitamente tanto daño, cuando tenías demasiado para dar?
Imaginar en una lágrima derramada en la soledad del universo es una sensación de impotencia.
¿Hijo que más puedo perder?
Nunca me interesaron las cosas materiales.
Lo único que trasciende es tu bienestar, aún cuando pienso no es la palabra adecuada.
Bienestar sentimos estando juntos.
¿Cómo sobrellevás la soledad?
Conociéndote debe ser espantoso estar en espacios desconocidos.
Amante de la perfección, estabas acostumbrado a tener tus cosas.
¿Qué podés tener en ese hábitat si partiste sin ropas?
La muerte de los hijos no debería existir.
Te extraño.
Nadie me enseñó a vivir sin vos.
La peor de las realidades llamó a mi puerta.
Se llevaron mi mayor tesoro.
¿Pueden explicarme qué hago aquí?
¿A que se debe tanta maldad?
Dejan de asombrarme las vistas que hemos compartido en tantos viajes.
Solo me importás vos.
Lo demás carece de trascendencia.
Una mujer que ha perdido a su hijo termina siendo una molestia para los demás.
Fácilmente dejan de escucharte por falta de tiempo.
Así debe ser, nadie tiene por quehaceres cargo del peo suceso por el que pasa una madre.
Reconvertiré, mis costumbres.
No quiero que nadie tenga piedad o lástima hacia mí.
Detesto ser tratada como si fuera una planta a la que hay que cambiar de lugar.
¿Por qué esos entes desconocidos y maléficos no me dejan morir de una vez?
Hijo te amo.
Por favor, nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.


https://www.youtube.com/watch?v=bgWcW0OY0bA

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