Friday, March 27, 2020

SOLO LÁGRIMAS



Buenos días alma mía.
Hoy es un día aciago, como siempre es el que antecede a tu partida.
No se hace posible aceptar los consejos imitando a la hora del olvido.
Ni quiero, ni puedo.
¿Cómo olvidar al ser más luminoso que existe en la tierra?
¿Qué adjetivos utilizar para definir la ausencia del hijo querido?
No estoy capacitada para crearlas.
Hace cinco años, meses antes de tu muerte física nos tomábamos un tiempo para encontrar explicaciones a sucesos inesperados.
Juntos éramos capaces, de encontrar justificaciones o argumentar todo aquello que está dormido en el inconciente.
Sola no puedo.
No es un capricho intentar discernir sin tu ayuda.
Ante la impotencia aparecen las lágrimas.
No creas olvidé cuanta tristeza te producían.
Por más intentos que realice es inevitable derramarlas.
Una locura no pasible de ser superada.
Debo ser una excepción, mi mente rechaza los cuatro pasos del duelo.
El primero es, bronca.
Particularmente sentí conmoción.
Si tuviera que compararlo con algo sería con un suicida al que rescatan de su voluntad de morir.
No importan las razones que quieran alejarlos de la vida.
Jamás tildaría a nadie por sus decisiones.
No es mi estilo, cada cual sabe su pena y ningún terrenal puede juzgar o señalar a otro.
El segundo escalón del duelo es la negación.
Nunca que recuerde negué habías muerto.
Comenzaron las dudas sobre ciertas creencias que nos transmitieron desde pequeños.
Negar sería una estupidez.
¿Cómo se hace para negar lo evidente?
Cuando me dijeron estabas muerto, si bien esperaba la noticia, no comprendía el por qué de una vida tan corta.
Proyectos sepultados.
No verte más, esperando como siempre escribo darte ese beso aletargado que voy cargando en mi mochila imaginaria, evitando mueran posprimeros.
Los que corresponden al principio de la soledad.
¿Dónde ubiqué las caricias:
¿Están siempre latentes en mis brazos que quiere colgarse de tus hombros.
Alguien de quien no sé su nombre me privó de ese privilegio.
¿A quién reclamarle?
Nadie responde.
Agobia la sonoridad del silencio.
¿Forman una cofradía que se lleva a los seres más luminosos?
La tercera etapa es la tristeza.
A todos los que se ocupan de la salud mental de terrenales y humanos quiero decirles que la tristeza aparece en el prime instante.
No creo exista mamá que no sienta tristeza, dolor, angustia y desamparo ante la muerte de un hijo.
No se quien elaboró esas etapas.
Tampoco si atravesó la tragedia de tener un hijo muerto.
La soledad no es alegre cuando no se busca y es impuesta por el destino sin saber el:
¿Por qué?
¿Están de acuerdo mis lectores con estas argumentaciones?
La cuarta etapa, para mi la más alejada del amor incondicional de una madre e hijo es “La aceptación”
¿Quién en su sano juicio puede aceptar la muerte de un descendiente?
¿Quién se acostumbraría a la falta de un hijo?
¿Por qué nadie firma esas conclusiones?
Tengo sano el intelecto.
El alma son tiras que forman jirones, ello no me impide pensar u concluir que jamás aceptaré la muerte de mi hijo.
Esta herejía no se puede digerir.
Hijito como podrás observar tengo más de un motivo para derramar mis lágrimas.
Soy consciente de tu tristeza, hermanada con la mía.
No puedo evitarla.
Habrás observado pasé una madrugada difícil.
Extrañarte es una constante, lo mismo que llorar cuando afloran los recuerdos.
Necesito la paz que no encontraré hasta que llegue a tu lado.
Te amo con amor sincero, por ello no dudo en pedirte en cada contacto, nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.

https://www.youtube.com/watch?v=uQCVSHsZ-K0

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